Francisco Tobajas Gallego
El
pasado 19 de febrero de 2015 se presentó en el Salón Multiusos del Ayuntamiento
de Calatayud el libro de fotografía Bajo
las estrellas, de Juan José Ceamanos Redondo y Ricardo Cortés Lázaro, que
ha sido editado por el Centro de Estudios Bilbilitanos en su colección
Calatayud en la fotografía. Acompañó a los autores José Verón Gormaz, a quien
se le debe el prólogo de este libro.
Esta
colección de Calatayud en la fotografía fue una idea del entonces presidente
del Centro de Estudios Bilbilitanos, Agustín Sanmiguel, que fue bien acogida
por los miembros de la Comisión Permanente. La inauguró Pepe Verón con un libro
titulado Calatayud, sueños e imágenes,
cuya primera edición se agotó rápidamente, aunque la impresión, según el mismo
autor, no era muy buena. Pronto se hizo una segunda edición con una mejor
impresión. Desde entonces se han publicado libros de varios fotógrafos de
Calatayud y de su comarca. Ahora les tocaba el turno a dos fotógrafos
bilbilitanos, Ricardo Cortés y Juan José Ceamanos, con un libro de fotografías
nocturnas de la Comarca de Calatayud, «original y arriesgado», cuya
«originalidad y la diferente visión vienen a abrir un nuevo camino», según escribe
Verón en el prólogo. Pepe Verón señaló también que cada fotógrafo «desarrolla
su trabajo con personalidad, con su particular estilo; y aunque coinciden
frecuentemente en el tema, siempre muestran enfoques diferentes», con dos
«formas de ver, de expresarse, y las dos con muy buenos resultados». Para
Verón, el resultado de este trabajo «es digno de todo elogio».
Ricardo
Cortés y Juan José Ceamanos se conocieron en enero de 2007 y poco después
fundaron la Asociación Fotográfica de Calatayud, a la que bautizaron con el
nombre de José Verón. El trabajo diario les dio la posibilidad de conocerse y
gracias a esa confianza mutua ha surgido este trabajo.
Ricardo
Cortés señaló que un buen día navegando por internet, se encontró con el
trabajo del navarro Martín Zalba, al que considera como uno de los mejores
fotógrafos de nocturnas en España. La Asociación Fotográfica local consiguió
que en 2008-2009 Zalba impartiera en Calatayud un cursillo, enseñándoles los
primeros conceptos de la fotografía nocturna y circumpolar. Aquellas enseñanzas
se convirtieron en un gran acicate para salir a fotografiar de noche.
Los mismos autores
escriben en la presentación de su libro: «Fotografiar, por definición, es
escribir con luz. A veces, son demasiadas las luces que nos separan de una
buena imagen. A veces, la ausencia de luz expresa más que su exceso». Y
confiesan que para ellos, «fotografiar es más que escribir con luces y sombras;
es más que capturar un momento de la existencia; es narrar la incesante
historia congelando sus instantes. Congeladas, que no muertas. Estables, que no
inertes».
Ricardo
Cortés recordaba una noche fantástica que habían pasado en Villanueva de Jalón,
donde habían llevado a la práctica todo lo que habían aprendido hasta entonces.
Luego con la compra de nuevo material, sus trabajos fueron ganando en calidad.
Cortés señaló que en una fotografía nocturna se viene a invertir cuarenta
minutos para la toma y otros cuarenta minutos en el procesado. Y también consideró
los numerosos inconvenientes de esta fotografía nocturna, como es un cielo con
nubes, largos desplazamientos, cargar con el equipo por caminos a oscuras, el
control manual de la cámara para lograr una imagen de calidad, peligro de
caídas, no tener cobertura en el móvil… Por todo esto recomendó ir siempre
acompañado. El procesado es también muy importante, labor que cada uno lleva a
cabo a su modo y manera, y así acaba de madurar la fotografía.
Ricardo
Cortés agradeció al Centro de Estudios Bilbilitanos su confianza, al
Ayuntamiento de Calatayud su disposición, pues había facilitado el acceso a algunos
lugares cerrados, que se habían elegido para fotografiar, y también a los numerosos
alumnos que se dieron cita en este acto.
Juan
José Ceamanos señaló que este año era el Año Internacional de la luz, de las
estrellas. Y la fotografía también era luz. Confesó que le gustaba la poesía,
por eso mismo mirar al cielo era una forma como otra cualquiera para encontrarse
cada uno a sí mismo, pues todos somos consecuencia de esa luz. En el cielo,
mirando al universo, trataba de descifrar sus sentimientos. La mitología estaba
toda completa y descrita allá arriba. Toda la Grecia clásica estaba todas las
noches sobre su cabeza.
Ceamanos
explicó que para fotografías nocturnas era preciso esperar una noche estrellada
del ciclo de la luna nueva, para encontrar menos luz. Por el día, Ricardo
Cortés buscaba localizaciones con la moto, a las que señalaba con una banderola
roja. Y ya en la noche cerrada trataban de encontrar aquellas localizaciones, a
veces recorriendo a pie varios kilómetros por trochas y veredas, para plantar
la cámara delante del objetivo, que apenas se distingue e intuye, y componer a
oscuras, mientras se oyen extraños ruidos, para por fin tirar hacia el norte o
hacia el sur. Ceamanos dijo sentir una extraña atracción por los apeaderos
abandonados y por las ruinas.
Con
los agradecimientos de rigor, Ceamanos añadió que le gustaba la astronomía, la
poesía y la fotografía, que todas riman, mostrando una pasión desbordante por
este arte que le tiene completamente atrapado. La luz debe seguir escribiendo,
aún de noche, pues como precisó Pepe Verón, la fotografía les necesita.
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