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martes, 17 de febrero de 2015

Presentación del sistema defensivo musulmán entre las Marcas Media y Superior de Al-Andalus

Francisco Tobajas Gallego

            El pasado 9 de febrero se presentó en el Salón Multiusos del Ayuntamiento de Calatayud el libro El sistema defensivo musulmán entre las Marcas Media y Superior de al-Andalus (siglos X-XII), de Vicente Alejandre Alcalde, que ha sido editado por el Centro de Estudios Bilbilitanos. El autor estuvo acompañado por el vicepresidente del Centro de Estudios Bilbilitanos, José Ramón Olalla, y por el consejero Carlos Sáenz Preciado.



            Carlos Sáenz señaló que en una tierra donde no faltan las historias de moras encantadas y tesoros escondidos, «hacía falta un trabajo que aportase una visión global, de conjunto, sobre las fortificaciones musulmanas». Con este libro, Vicente Alejandre había aportado una «nueva visión» del sistema defensivo musulmán, apoyándose en las fuentes escritas y arqueológicas, de un amplio territorio enmarcado entre el Duero y el Jalón, tierras de frontera.  En él se sitúan las monumentales alcazabas y fortalezas de Calatayud, Medinaceli o Gormaz, pero también pequeñas alquerías y atalayas que salpican el territorio y que se encuentran en grave peligro de desaparición.
            En el prólogo, Mario Lafuente Gómez felicita al autor por el resultado de su trabajo, «un sólido estudio apoyado en un extraordinario repertorio de fuentes», en el que se han utilizado los registros físicos, arqueológicos, escritos y onomásticos.          
            Vicente Alejandre, que dedica su libro a las gentes de la Raya, supervivientes en tierras de frontera, señaló que su estudio trataba de aproximarse, desde un punto de vista histórico y arqueológico, al sistema defensivo musulmán implantado entre los ríos Duero y Jalón que, durante la alta Edad Media, formaba parte de la frontera septentrional, frente a los territorios cristianos del norte. Su trabajo ha consistido en situar las distintas fortificaciones, que conformaban un verdadero sistema castral, dispuestas para la defensa del territorio, con sus conexiones ópticas y terrestres, existentes entre unas y otras. El autor ha repasado las fuentes documentales, tanto musulmanas como cristianas, la toponimia de origen arábigo, tan abundante en algunos sectores de nuestra región, dejando que la arqueología diga la última palabra para reconocer con seguridad un asentamiento como islámico. El autor señaló que la catalogación de algunos de los restos constructivos de este estudio, podía resultar dudosa, hasta que la arqueología lo confirmara.
             Este estudio ha comprendido un área de más de cinco mil kilómetros, entre el curso del río Duero, que discurre hacia el oeste, y el del río Jalón, que lleva dirección este, que se extiende entre las actuales provincias de Soria, Zaragoza y Guadalajara. La cartografía ha sido proporcionada por el Instituto Geográfico Nacional.
            El libro se compone de cuatro capítulos, cinco anexos y la correspondiente bibliografía. En el primer capítulo se analiza el concepto de frontera, adelantando un esquema de la disposición de las fortificaciones que componían el sistema castral. En tiempos del emirato y califato de Córdoba, la frontera estaba organizada en tres sectores: La Marca Superior, que se extendía desde el Mediterráneo hasta el Moncayo, con capital en Zaragoza, la Marca Media, que comprendía los territorios comprendidos al sur del Sistema Central, con capital en Toledo, aunque posteriormente se trasladó a Medinaceli, y la Marca Inferior, que abarcaba desde la Extremadura hasta el Atlántico, con capital en Mérida.
            Para impedir el avance del enemigo del norte y proteger a los pobladores de la frontera, se ideó un sistema de fortalezas, torres y atalayas de carácter militar. La población de estos distritos fronterizos era de carácter rural, aunque estaba muy jerarquizado. Las fuentes documentales musulmanas citaban una veintena de topónimos, aunque no todos ellos están identificados. De la fuentes cristianas resultan interesantes las que se refieren al momento de la reconquista cristiana. La toponimia ha resultado también de gran ayuda para complementar estas relaciones. En la provincia de Soria se han podido identificar 50 topónimos de origen arábigo, localizados en los sectores de Medinaceli y Almazán, mientras que para las provincias de Zaragoza y Guadalajara, sólo se han podido reconocer unos 15 topónimos para cada una de ellas.
            La arqueología ha completado el trabajo de campo, localizando unos 35 enclaves fortificados, con otros 25 puntos en que se han encontrado solamente restos de cerámica medieval. Otros 20 enclaves, en los que no se han encontrado restos de ningún tipo, podían servir de puntos de intervisibilidad. Por su parte, la bibliografía de castillos ha dado una lista de unas 50 fortificaciones, repartidas en las tres provincias. El total de fortificaciones, asentamientos y yacimientos musulmanes asciende a unos 250, que no parecen excesivos, pues se corresponden con 4,2 enclaves por cada 100 kilómetros.
            Los asentamientos, en su mayor parte, se disponen en los cursos de los ríos, aprovechando algún saliente rocoso o cerro, donde se levanta la fortificación. Algunos de ellos son fundaciones islámicas, en cambio otros ocupan antiguos yacimientos celtibéricos o incluso de la Edad del Bronce.
            El segundo capítulo de este libro marca los límites temporales del estudio y explica en su contexto histórico, la organización territorial de la región situada entre las marcas Media y Superior de la frontera entre el-Andalus y los territorios cristianos.
            El distrito de Calatayud limitaba con los de Zaragoza, Tudela, Medinaceli y con Barusa. Comprendía el valle del Jalón Medio, entre Alhama de Aragón y Morata de Jalón, además de los valles de sus afluentes Henar, Manubles, Ribota, Piedra, Mesa, Jiloca y Perejiles. Las fortalezas más importantes de este distrito eran Daroca, Somed, Peñalcázar, Deza, Ateca, Aranda de Moncayo y Maluenda. En el distrito de Tudela, sector Ágreda, destacaban las fortalezas de Tudela, Alfaro, Calahorra, Tarazona, Ágreda, Borja, Nájera, Viguera y Arnedo.
            Los Banu Mada, importante familia beréber, controlaba un territorio comprendido entre Peñalcázar, Deza y Ateca
            El tercer capítulo está dedicado a describir las características generales del sistema defensivo diseñado por los musulmanes, detallando las fortificaciones y sus comunicaciones, tanto ópticas como terrestres. A todo esto se añade una descripción geológica, hidrológica, ortográfica, climática y geográfica.
            Los dos centros de poder que controlaban esta región fronteriza, eran las medinas de Medinaceli y Calatayud. La retaguardia del sistema defensivo se alineaba con el río Jalón, con Ariza en medio de las dos medinas. La línea de vanguardia venía definida por el río Duero, desde Gormaz hasta Almazán, prolongándose hasta Atienza. Esta marca fronteriza, entre los ríos Duero y Jalón, abarcaba una franja de terreno entre los 40 y 60 kilómetros de profundidad. En el extremo septentrional de la región estudiada, se encontraba la fortaleza de Ágreda. Estos ocho enclaves, Gormaz, Almazán, Peñalcázar, Ágreda, Atienza, Medinaceli, Ariza y Calatayud, distribuidos regularmente a lo largo y ancho de la región estudiada, remarcan claramente dos líneas de defensa. Cada uno de ellos se completaba con torres y atalayas, que aseguraban una rápida y segura comunicación entre las diversas fortificaciones.

            En el cuarto capítulo se incluye una descripción breve de cada fortificación o enclave, a modo de catálogo o inventario, que conformaba el grupo defensivo, especificando el tipo, su localización, los restos arquitectónicos y arqueológicos conservados y sus contactos visuales, así como algunos comentarios referidos a su construcción, funcionalidad y contexto histórico, con una fotografía ilustrativa de cada una de ellas.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Castillos de la Comunidad de Calatayud



AUTOR:

Guitart Aparicio, Cristóbal

NOTAS:
Presentación de Guillermo Fatás Cabeza.
EDICIÓN:
Editado por:
IFC-CEB
Edición:
180 p., 96 il. (82 en color), 1 map., 17x24 cm.
Año edición:
2004
COLECCIÓN:
Centro de Estudios Bilbilitanos
Nº PUBLICACIÓN:
2472
PRECIO:
10,00 €

Juan Fernández de Heredia. Encuentro homenaje





















AUTOR:



Muñoz Jiménez, María Isabel; Sanmiguel Mateo, Agustín; Sarasa Sánchez, Esteban

NOTAS:
Para obtener más información sobre esta publicación puede dirigirse al Centro de Estudios Bilbilitanos, filial de la Institución «Fernando el Católico».
EDICIÓN:
Editado por:
IFC-CEB
Edición:
120 p., 39 il., 17x24 cm, ISBN 84-7820-488-1.
Año edición:
1999
COLECCIÓN:
Centro de Estudios Bilbilitanos
Nº PUBLICACIÓN:
2033
PRECIO:
No venal
MATERIAS:
HISTORIA > Historia medieval

INFORMACIÓN ADICIONAL:
Índice: Fatás Cabeza, Guillermo, "Don Juan", 2 p. Sarasa Sánchez, Esteban, "Juan Fernández de Heredia, consejero de reyes", 11 p. Muñoz Jiménez, María Isabel, "Actividad literaria de Juan Fernández de Heredia", 23 p. Muñoz Jiménez, María Isabel, "Iconografía de Juan Fernández de Heredia", 38 p., 27 il. Sanmiguel Mateo, Agustín, "La iglesia de Munébrega en tiempos de Juan Fernández de Heredia", 31 p., 20 il. Sanmiguel Mateo, Agustín, "Se conmemoró el VI Centenario de Juan Fernández de Heredia", 2 p.




Historia de la siempre augusta y fidelísima ciudad de Calatayud [tomos I y II. 2ª edición]


AUTOR:

Fuente, Vicente de la

NOTAS:
Presentación de Pedro Montón Puerto, Centro de Estudios Bilbilitanos.
EDICIÓN:
Editado por:
IFC-CEB
Edición:
2ª edición. 2 volúmenes. 1064 p., 1052 p. facsímile, 15 il., 15x21 cm, ISBN 84-00-06821-1
Año edición:
1994
COLECCIÓN:
Centro de Estudios Bilbilitanos
Nº PUBLICACIÓN:
1624
PRECIO:
No venal

lunes, 17 de marzo de 2014

El camino español


EL CAMINO ESPAÑOL Y LA LOGÍSTICA EN LA ÉPOCA DE LOS TERCIOS. APORTACIÓN DE CALATAYUD Y COMARCA.

Francisco Tobajas Gallego

            En un concurrido Salón de Actos de la sede de la Comarca Comunidad de Calatayud, se presentó el pasado 18 de diciembre el libro El Camino Español y la Logística de los tercios. Aportación de Calatayud y Comarca, del que son autores Fernando Martínez Laínez y Víctor Javier Sánchez Tarradellas. Este libro ha sido editado por el Centro de Estudios Bilbilitanos, cuyo Presidente, Manuel Micheto, abrió el acto.

            En el prólogo de este libro, Gonzalo Sánchez Urbón, General de Brigada y Director de la Academia de Logística de Calatayud, hasta mediados del pasado mes de diciembre (exactamente, el 11-12-13, a las 14 horas), agradecía al Centro de Estudios Bilbilitanos la acogida que había dispensado al libro, recordando la notable, fluida y larga relación de Calatayud con las Unidades del Ejército, asentadas desde antiguo en el Fuerte de la Merced. Será en 1926 cuando la ciudad ceda al ramo de la guerra unos terrenos «entre Mediavega y Margarita», para levantar el Acuartelamiento Infante D. Jaime, actualmente Acuartelamiento Barón de Warsage, donde se trasladarán las fuerzas del 12º Regimiento de Artillería Ligera procedentes de Vicálvaro, Madrid. Más tarde, en 1975, se implantará un centro de enseñanza, el Instituto Politécnico nº 2, que una vez ampliadas sus competencias en 2001, pasará a denominarse Academia de Logística. Calatayud se convierte así en la única ciudad española que acoge un centro de enseñanza militar especializado en Logística.

Antes de la creación de la Academia, parte de sus cometidos tenían lugar en la Escuela de Logística del Ejército de Tierra, con sede en Villaverde, Madrid, que tenía como lema «Poner una pica en Flandes», aludiendo a la campaña que los Tercios españoles llevaron a cabo en aquellas lejanas tierras durante ochenta largos años, recorriendo el llamado Camino Español. La Asociación del Camino Español, creada en 2011, honró a la Academia de Logística con el título de Socio de Honor.

            El libro consta de tres partes diferenciadas. La primera de ellas, dedicada al Camino Español de los Tercios, se debe al periodista, historiador y vocal de la Asociación de Amigos del Camino Español de los Tercios, Fernando Martínez Tejero. Esta parte del libro ya era conocida por unas conferencias que el autor impartió en Calatayud, con motivo del X Aniversario de la creación de la Academia de Logística.

            La segunda parte, dedicada a la logística que abastecía a los Tercios españoles, se debe al Teniente Coronel Víctor Javier Sánchez Tarradellas, profesor de la Academia, quien firma también la tercera parte del libro, donde muestra la importancia de Calatayud y su Comarca en las actividades de logística militar de aquella centuria.

            En la Introducción a este libro, César Muro Benayas, Teniente General y Presidente de la Asociación de Amigos del Camino de los Tercios, asegura que entre 1534 y finales del siglo XVII, los tercios españoles eran las mejores unidades militares del mundo, sólo comparables a las falanges macedónicas, a las legiones romanas, a los regimientos napoleónicos o a las columnas acorazadas de la Werhmacht.

            Recordaba que en el año 2006, un oficial español de Infantería destinado en Bruselas, descubrió de manera fortuita el antiguo poblado de Empel, frente a la isla de Bomel. Una pequeña ermita recuerda el milagro en el día dedicado a la Virgen Inmaculada, que dio origen a su patronazgo. En esta isla unos pocos soldados españoles fueron sitiados por sus enemigos a bordo de sus barcas. La noche del 8 de diciembre las temperaturas bajaron varios grados bajo cero y todo el lago quedó helado, quedando las barcas atrapadas. Los españoles salieron de la isla y andando sobre el mismo hielo del lago, fueron atacando a todas las barcas de sus enemigos, logrando una gran victoria. Aquel hallazgo conmovió a los componentes de la Infantería y auspiciado por la Academia del Arma y el apoyo del Ejército, se organizó una expedición, que se fue repitiendo año tras año, hasta que en el año 2011, un grupo de «románticos de los tercios» crearon la Asociación de Amigos del Camino Español de los Tercios, contando actualmente con más de quinientos socios.

            Fernando Martínez Laínez afirma con contundencia que el llamado Camino Español fue la maniobra logística más importante de la Edad Media. Se trataba de un camino de ida y vuelta, que atravesaba gran parte de Europa. En aquel tiempo, los enemigos del poder militar español fueron el espacio o la distancia a sus posesiones europeas o de ultramar y la escasez de hombres. La ruta marítima hacia los Países Bajos era muy peligrosa por la acción de los corsarios hugonotes franceses y holandeses, y la hostilidad británica, sobre todo desde 1558, año de la pérdida de Calais y la subida al trono de Isabel I, sin contar también con los terribles temporales de esta zona. España mantuvo una larga guerra a lo largo de ochenta años contra los Países Bajos, que acabó agotando todos sus recursos. El primero que utilizó el Camino Español fue el duque de Alba en 1566, cuando acudió a Flandes con su ejército para reprimir a los rebeldes flamencos, aunque la idea había surgido unos años antes de Antonio Granvela, Consejero del rey Felipe II, con el fin de que el mismo rey pudiera hacerse cargo de aquella situación, viajando de España, vía Génova, hasta Flandes, pero aquella visita nunca se produjo.

Las tropas, que se reclutaban en su mayor parte en Aragón, Cataluña, Castilla, Reino de Valencia y Murcia, embarcaban en los puertos de Barcelona, Valencia o Cartagena, desembarcando en Génova y en otros puertos cercanos de Liguria, al cabo de una semana. De allí iniciaban una marcha hasta Milán, donde los soldados podían descansar bajo techo, en acuartelamientos y hospitales militares. Luego tenían que cruzar los Alpes, cruzar el territorio leal del Franco-Condado y el principado-obispado de Lieja, de resistencia católica. En aquellas zonas de mayor peligro, el grueso de la fuerza, compuesta por unos tres mil soldados, se dividía en dos divisiones: vanguardia, donde iban los mosqueteros, arcabuceros y piqueros, y la retaguardia, con las picas, los arcabuceros y los mosqueteros, dispuestos en este orden. En la marcha se atendía a los enfermos y perdidos y se perseguía a los desertores, de los que se encargaba los cuadrilleros a caballo del barrachel de campaña.

En condiciones normales, la travesía desde Milán hasta Namur, por el llamado Camino Español, venía a costar una media de 48 días. En 1622 Saboya prohibió el tránsito de tropas por aquel territorio. En 1633 Luis XIII ocupó Lorena, que era la encrucijada donde convergían todas las rutas del camino Español antes de pisar Flandes, haciendo imposible ya la travesía. Entonces se intentó llevar las picas a Flandes por mar, desde los puertos de Galicia y del Cantábrico, pero la derrota en 1639 de la flota del almirante Oquendo, en la batalla de las Dunas, acabó también con esta posibilidad. También se utilizó la ruta que, desde Milán, cruzaba los Alpes y los cantones suizos, cruzando el Rin hasta Alsacia.

Martínez Laínez escribe que el Camino Español, «además de ser una hazaña logística», representaba «una serie de virtudes vinculadas al espíritu militar, al patriotismo, al esfuerzo en la defensa de unas banderas que hicieron ondear la idea y el nombre de España en toda Europa».

            En la segunda parte, el Teniente Coronel Sánchez Tarradellas trata de la Logística en la época de los Tercios y del Camino Español, «un auténtico prodigio logístico». Las nuevas necesidades de la monarquía española, siempre falta de hombres y de dinero, le llevaron adoptar novedosos métodos, que anticiparon las formas más modernas de apoyo a las tropas, como el sistema de etapas, los trenes de víveres, el apoyo social al soldado y a sus familias, y la asistencia sanitaria. Miguel de Cervantes, que fue soldado antes que logista, escribió con indudable tino: «El peso de las armas no puede llevarse sin el buen gobierno de las tripas».

            En la tercera y última parte, el Teniente Coronel Sánchez Tarradellas escribe sobre la aportación de Calatayud y su Comarca al Camino Español y al ejército. Entonces como hoy, Calatayud se encuentra en una importante encrucijada de caminos, por el que transitaban armas y tropas. En su comarca se encontraba uno de los más importantes centros de producción de pólvora de la época. Calatayud abastecía también al ejército de cuerdas o mechas de arcabuz, a base de lino o de cáñamo, además de armas. En Calatayud hacían un alto los soldados reclutados en Castilla, que seguían el camino real de Aragón hasta el puerto de Barcelona. Los vecinos de Calatayud debían alojar a los soldados, proporcionándoles agua, sal, aceite, vinagre y asiento a la lumbre. Calatayud era un punto importante de paso de armas procedentes de Vizcaya y Guipúzcoa, aunque también era un destacado centro productor. Enrique de Leguina comparaba la producción de Calatayud con Toledo, citando algunos prestigiosos espaderos, como Andreas Munsten y Luis de Nieva, que labraron en ambas ciudades. Otro célebre espadero de Calatayud fue el converso Julián del Rey, cuya marca se encuentra en un estoque del emperador Carlos y en una espada atribuida a Hernán Cortés. Las aguas del Jalón siempre fueron muy elogiadas para dar el temple adecuado, medido en avemarías, como ya refiere Marcial. En el siglo XV existía en Calatayud un potente gremio de herreros musulmanes, con ballesteros, armeros, y guarnecedores. Un documento de 1577 daba una cifra de 1.400 hombres de Calatayud al servicio de su majestad y de 5.508 hombres para toda la comarca. Disponían de 3.467 arcabuces, 1.375 ballestas y 2.093 picas. Por entonces había en Calatayud más de quince puñaleros y espaderos, además de varios escopeteros. Pero la manufactura armera que dio más fama a Calatayud fue el capacete. Se trataba de un casco sin cresta ni visera, a veces terminado en punta, parecido al morrión, aunque de forma más esférica, chata o aplanada. De origen morisco, no llevaba protección para el rostro, permitiendo una mejor visión para ballesteros, arcabuceros y mosqueteros. Lo utilizó frecuentemente en los siglos XVI y XVII la infantería española, asegurado con un barbolejo. Los capacetes se producían en Castejón de las Armas y en Calatayud. En el Kunsthistorisches Museum de Viena encontramos un capacete datado en 1490 y atribuido a Fernando el Católico, que por sus marcas se considera de origen bilbilitano. Otro, al parecer del mismo origen y correspondiente al alférez Duarte de Almeida, que llevaba en la batalla de Toro en 1476, se conserva como trofeo en la catedral de Toledo. Los capacetes de Calatayud se citan ya en La Celestina, con los broqueles de Barcelona y los casquetes de Almazán. A ellos también se refieren el duque de Rivas y Nicolás Fernández de Moratín.

Otra importante industria eran los molinos de pólvora de Villafeliche, que llegaría a ser el principal centro productor de pólvora de España, junto a Granada, Murcia y Manresa. Utilizaban como fuerza motriz las aguas del Jiloca. Desde Épila llegaba el salitre y desde Villel y Libros el azufre. El carbón se fabricaba a partir de sarmientos de la vid, ramas de sauce y cáñamo. La producción de pólvora en Villafeliche se hacía al aire libre.

El uso de armas de fuego en España ya aparece documentado en 1343. Serán utilizadas en el sitio de Calatayud en 1362, en la llamada Guerra de los Pedros. Los primeros arcabuces y luego los mosquetes necesitaban trozos de mechas de combustión lenta, que provocaban la ignición de la pólvora. Su consumo era tan importante que la cuerda de arcabuz se suministraba por quintales. Para ello se requería del cáñamo, que dio lugar a numerosos oficios, como alpargatero, cordelero o soguero.

Al final del libro se recogen también unos interesantes anexos, como varios planos del camino real que pasaba por Calatayud, fotografías de varios capacetes, que se consideran de origen bilbilitano, o un documento de la Biblioteca Nacional, datado en 1577, donde se recogen, lugar por lugar, los vecinos, los arcabuces, las ballestas, las picas y las lanzas que disponía el rey para su servicio. El alcalde de Calatayud, José Manuel Aranda, cerró el acto de presentación de este último libro del Centro de Estudios Bilbilitanos, dedicado al Camino Español y a la Logística en la época de los tercios.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

FAUSTINO SANCHO Y GIL (1850-1896) Notas para la biografía de un hombre ocupado y preocupado

Centro de Estudios Bilbilitanos

Jueves 19 de diciembre a las 20:00 horas en la Sala Multiusos del Ayuntamiento de Calatayud (Plaza de Costa, 14):

Presentación del libro

FAUSTINO SANCHO Y GIL (1850-1896)
Notas para la biografía de un hombre ocupado y preocupado

de

Francisco Tobajas Gallego

EL CAMINO ESPAÑOL Y LA LOGÍSTICA EN LA ÉPOCA DE LOS TERCIOS.APORTACIONES DE CALATAYUD Y COMARCA

Centro de Estudios Bilbilitanos
de la Institución “Fernando el Católico”

- Miércoles 18 de diciembre a las 20:30 horas en la Sala Multiusos del Palacio de la Comunidad de Calatayud:

PRESENTACIÓN DE LA PUBLICACIÓN

EL CAMINO ESPAÑOL Y LA LOGÍSTICA EN LA ÉPOCA DE LOS TERCIOS.APORTACIONES DE CALATAYUD Y COMARCA

Fernando Martínez Laínez y Víctor Javier Sánchez Tarradellas

viernes, 24 de mayo de 2013

EN CALATAYUD EMPEZÓ TODO


Francisco Tobajas Gallego

            El pasado 16 de mayo se presentó en Calatayud un curioso e interesante folleto, debido al profesor José Luis Corral, con largo título: En Calatayud empezó todo. El Parlamento de 1411. Origen del Compromiso, que ha sido editado por el Centro de Estudios Bilbilitanos.

            El 31 de mayo de 1410 el rey Martín I muere en el monasterio de Valdoncellas de Barcelona sin heredero. Sin rey, la unidad de los Estados que componen la Corona de Aragón está en peligro. Por ello cada uno de los Estados se pondrá manos a la obra para resolver esta difícil sucesión dinástica. En Aragón el Papa Luna tomará la iniciativa para evitar el desgobierno. En el verano de 1410, los catalanes serán convocados por su gobernador general a un parlamento en Montblanc el 10 de septiembre, que se traslada más tarde a Barcelona. En él, los catalanes manifestarán su intención de mantener la unidad de la Corona de Aragón, enviando embajadores a Aragón y Valencia para procurar un acuerdo.

De los candidatos a suceder a Martín I, los catalanes apoyaban a Jaime de Urgel y los aragoneses al príncipe castellano Fernando de Trastámara. Los valencianos estaban divididos y no tenían un candidato definido. Fernando de Trastámara, que acaba de reconquistar Antequera, cuenta con el importante apoyo del Papa Luna. Por su parte Jaime de Urgel se autoproclamará legítimo sucesor de Martín I, levantándose en armas para defender sus derechos. En Aragón cuenta con el apoyo del noble Antonio de Luna, pues la familia de los Urrea, sus rivales, apoyan al infante castellano Fernando de Trastámara.


            En 1411 y ante la confusión existente en el reino de Aragón, el gobernador y lugarteniente del reino de Aragón, don Gil Ruiz de Lahori, y el Justicia Mayor de Aragón, don Juan Jiménez Cerdán, convocan a los aragoneses a un parlamento a celebrar en Calatayud, en donde se ha de decidir el procedimiento para la elección del nuevo rey. El Papa Luna favorecerá la elección de Calatayud por varios motivos, también por querencia personal. Además, la ciudad tiene capacidad para acoger estas y otras reuniones, como son las Cortes del reino, y es frontera con Castilla, de donde es el candidato apoyado por Benedicto XIII. Con ello, Calatayud se convertirá en el centro político del reino de Aragón y aun de toda la Corona.

A principios del siglo XV, Calatayud cuenta con una población cercana a los 7.000 habitantes. Tras la Guerra de los Dos Pedros, en la que Calatayud fue sometida a cuatro meses de asedio con bombardeos de bolaños y otros proyectiles, antes de ser ocupada por las tropas castellanas de 1362 a 1366, la ciudad deberá hacer frente a una costosa reparación de sus murallas y defensas. En 1410 ya se han reconstruido los castillos de la Peña, el Mayor y el Real, además de las puertas de la ciudad  y los muros del barrio del Santo Sepulcro. Calatayud se ha recuperado lentamente de las crisis producidas por las epidemias de la peste y de la guerra con Castilla. En 1379 los Sayas y los Liñán habían firmado un pacto por el que ponían fin a un siglo de enfrentamientos, aunque en el invierno de 1410 las dos familias más poderosas de la ciudad retomarán sus antiguas peleas y litigios. Los Liñán apoyaban a Jaime de Urgel, buscando la ayuda de Antón de Luna para echar de la ciudad a los Sayas, que acabarán saliendo victoriosos. La  tregua entre las dos familias se firmará en el monasterio de Santa Clara de Calatayud, donde era abadesa doña Contesina de Luna, hermana de Benedicto XIII.

            Benedicto XIII, de acuerdo con el gobernador y el Justicia Mayor de Aragón, decide acelerar el proceso para la elección de un nuevo rey y el 20 de enero de 1411 se convoca con carácter de urgencia un parlamento en Calatayud, al que califican como Parlamento general. Los nuncios catalanes llegan el día 1 de febrero. El día 7 lo hacen el gobernador y el Justicia de Aragón y el 8 se constituye el Parlamento de Calatayud, que presidirán el gobernador y el Justicia Mayor de Aragón en la iglesia de San Pedro de los Francos.
            A esto, Antonio de Luna se dirige a Calatayud con gente de armas, con la intención de tomar los tres castillos del recinto amurallado. A tres millas de la ciudad acampan. El gobernador de Aragón manda cerrar las puertas de la ciudad, para garantizar la libertad de decisión de los parlamentarios. Los vecinos de la ciudad forman patrullas armadas para garantizar el orden público y defender los principales puntos del recinto amurallado. Desde los campanarios los vigías observan, para avisar a la ciudad de cualquier movimiento de tropas.

            Los embajadores de Cataluña abandonan la ciudad para entrevistarse con Antonio de Luna, consiguiendo que sus tropas se retiren de los alrededores de Calatayud. Sin la amenaza de estas tropas, el parlamento de Calatayud continúa con sus deliberaciones. Su presidente propone la elección de nueve personas para que preparen la celebración de un Parlamento general de toda la Corona de Aragón, donde se resuelva el derecho a la sucesión al trono. Los elegidos representarán a los cuatro brazos presentes en las Cortes de Aragón: brazo eclesiástico, nobles, caballeros e infanzones, y universidades. En total ocho, más el jurista Berenguer de Bardaxi, elegido por acuerdo de todos. Los valencianos enviarán también a dos embajadores.

            Durante los meses de febrero, marzo, abril y mayo, las negociaciones de los parlamentarios se suceden. Los cuatro brazos se reúnen por separado antes de las sesiones plenarias, en las que no consiguen acordar nada en concreto. El arzobispo de Zaragoza, García Fernández de Heredia, pacta con los embajadores de Valencia y Cataluña celebrar un Parlamento general de los tres estados donde se elija al nuevo rey. Pero el 28 de mayo se produce un grave desencuentro entre los nueve parlamentarios aragoneses, reunidos en el palacio episcopal de Calatayud. El obispo de Tarazona se opone a que el futuro Parlamento general lo presida un representante de Cataluña. El 31 de mayo el Parlamento celebra su última sesión y el día 1 de junio se despiden y clausuran aquel primer encuentro. Esa misma mañana se decide que Aragón, Valencia y Cataluña celebren sendos parlamentos por separado, pero nada se aprueba de la convocatoria de un Parlamento general de los tres Estados. Todos parten de Calatayud. El arzobispo de Zaragoza será interceptado y asesinado en los alrededores de La Almunia por hombres de Antonio de Luna.

            Tras el Parlamento de Calatayud, los delegados aragoneses volverán a reunirse en Alcañiz, donde en febrero de 1412 celebrarán la Concordia que conducirá a la aprobación del procedimiento de elección del nuevo rey de la Corona. Los valencianos se reunirán en Morella y los catalanes de Tortosa. Los aragoneses, pecando esta vez de soberbia, proclamaron que si no se llegaba a ningún acuerdo, Aragón decidiría el nuevo rey, «como cabeza de los otros reinos y tierras de la real Corona de Aragón».

            En junio de 1412, los nueve compromisarios, tres por cada uno de los tres reinos y estados, se reunirán en la villa de Caspe, donde decidirán por mayoría absoluta de seis votos que Fernando de Antequera sea rey de la Corona de Aragón. Los cronistas dirán de aquello que fue «el mayor asunto jamás acometido por los hombres de letras para determinar una causa por la vía del derecho y la Justicia».

            En febrero de 1414 Fernando de Antequera será coronado rey de la Corona de Aragón en La Seo de Zaragoza. José Luis Corral escribe: «Por primera vez en la historia de la humanidad, miembros de tres territorios soberanos  (Aragón, Cataluña y Valencia), sumidos en una enorme crisis dinástica y sucesoria, decidieron seguir juntos, elegir a un monarca en común y hacerlo mediante un arbitraje pactado cuyo veredicto, fuera el que fuese, se comprometieron a asumir todas las partes». Todo aquel largo proceso, que culminaría en el Compromiso de Caspe, comenzó en la ciudad de Calatayud en febrero de 1411.

            Al final de acto, el presidente del Centro de Estudios Bilbilitanos, Manuel Micheto, impuso la insignia del Centro al nuevo consejero José Luis Corral Lafuente, que confirmó su disposición a seguir trabajando por Calatayud y por el Centro de Estudios Bilbilitanos, como viene haciendo ya desde hace largos años.

jueves, 16 de mayo de 2013

En Calatayud empezó todo

El jueves 16 de mayo, a las 20 horas, en el salón del actos del Ayuntamiento, el profesor José Luis Corral Lafuente presentará la publicación "En Calatayud empezó todo" que trata el origen del Compromiso de Caspe.

En el transcurso del acto, D. José Luis Corral Lafuente será investido como consejero del Centro de Estudios Bilbilitanos.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

LA COMUNIDAD DE ALDEAS DE CALATAYUD EN LA EDAD MEDIA



Francisco Tobajas Gallego

            El pasado 13 de diciembre tuvo lugar en el Salón de Actos de Bantierra de Calatayud, la presentación del libro La Comunidad de Aldeas de Calatayud en la Edad Media, de José Luis Corral Lafuente. Este libro ha sido editado por el Centro de Estudios Bilbilitanos, de la Institución Fernando el Católico, en colaboración con la Comunidad de Calatayud y la Diputación Provincial de Zaragoza.

            Este libro es el estudio más completo publicado hasta el día de hoy dedicado a la Comunidad de Aldeas, que carecía de una monografía que explicara su origen y sus estructuras políticas y administrativas, así como sus órganos de gobierno, sus estatutos y reglamentos. Esta nueva publicación tiene su origen en una investigación que llevó a cabo el autor, junto a María José Sánchez-Usón, que se trasladó a dos estudios publicados en las actas del I Encuentro de Estudios Bilbilitanos, 1983, dedicados a las Sesmas de la Comunidad de Calatayud, como modelo de ordenación territorial en los siglos XV y XVI, y al Catálogo del desaparecido archivo de la Comunidad de Calatayud, que se conservaba en una sala anexa a la iglesia de San Miguel de Maluenda, al menos hasta principios del siglo XIX.

            La Comunidad de Aldeas se dividía en seis sesmas, que correspondían a los seis ríos que la siguen surcando. Sesma del río Jiloca, sesma del río de Miedes (por el Perejiles), sesma del río de la Cañada (por el Ribota), sesma del río Berdejo (por el Manubles), sesma del río de Ibdes (por el Piedra) y sesma del río Jalón.

            La composición de este desaparecido archivo de la Comunidad, se conoce por dos libros de registros que se conservan en el Archivo Municipal de Calatayud, fechados en 1621 y 1672. El archivo de la Comunidad de Aldeas estaba ordenado en diez secciones.

            En el asedio de Bayona, Alfonso I concedió fuero a Calatayud en 1131, sobre el cual, según José Luis Corral, falta un estudio profundo y completo del mismo. Así el 26 de diciembre de 1131, el rey hizo donación a la entonces villa de Calatayud de un amplio territorio dentro de unos límites, que estaba sujeto al señorío jurisdiccional de Calatayud, cuyo Concejo actuó como un verdadero señor feudal. Para favorecer la repoblación de aquellas tierras de frontera, el rey concedió amplios privilegios, derechos y libertades a los pobladores, ratificando la libertad y la igualdad de todos ellos, con libertad de culto y de mercado, defendiendo radicalmente la propiedad privada.

            En 1182 el Papa Lucio III, concedió una bula por la que adjudicaba el patronato de las iglesias de Calatayud a las aldeas de su término, cuando aún no se había constituido la Comunidad. Esta concesión de las rentas de las iglesias de las aldeas a las parroquias de la villa, fue germen de posteriores conflictos.

            La Comunidad de Aldeas no nació con el fuero de Calatayud, sino un siglo más tarde, con la agrupación de varias aldeas, con la intención de conseguir más autonomía de la villa de Calatayud. El primer documento en el que aparece el término de Comunidad data en 1251. El 20 de marzo de 1254 el rey Jaime I eximía a los hombres de las aldeas de Calatayud el pago de «costas ni gastos, contribuciones ni servicios con la ciudad de Calatayud, sino que sean en beneficio y utilidad de ellas mismas». Con ello les concedía una verdadera autonomía fiscal frente al Concejo de la villa, del que habían dependido hasta entonces. Y así, entre 1255 y principios del siglo XIV, las aldeas de la Comunidad fueron ganando poco a poco más autonomía. En 1323 las aldeas ya estaban plenamente constituidas en Comunidad, o sea, en una universidad autónoma de realengo, ejerciendo una jurisdicción plena, que mantendrán hasta 1707, con la imposición de los Decretos de Nueva Planta.

            Calatayud no quiso perder sus privilegios de dominio señorial sobre sus aldeas y les siguió exigiendo el pago de impuestos. Pero el 13 de febrero de 1269, el rey Jaime I, estando en Calatayud, concedió a los habitantes de las aldeas de la Comunidad que no pagasen 300 sueldos a los acreedores y escribanos de la villa, y que no contribuyeran a los gastos que no fueran en beneficio  de la propia Comunidad. En septiembre de este mismo año de 1269, el infante don Pedro confirmaba que la Comunidad no tenía que contribuir a pagar los gastos de la villa de Calatayud. En 1296 Jaime II declaraba que la Comunidad era libre para tener términos propios, usar sus pastos y poseer hornos, molinos, dehesas y heredades.

            La Comunidad se gobernaba por un concejo de oficiales, a modo de las grandes villas y ciudades del reino. Para ser oficial de la Comunidad de Aldeas de Calatayud debían cumplir dos condiciones: estar avencindado en alguna de las aldeas y ser pechero. En octubre de 1439, la reina doña María añadió dos condiciones más a las ya apuntadas, como era acreditar que se había acudido a las casas de la Comunidad y a las juntas o plegas celebradas en los dos últimos años, y tener su propia cabalgadura.

            El oficial principal se llamaba Procurador General, cargo creado hacia 1250. Se ayudaba de un alguacil, de un regidor de sesma y de varios comisarios. La Comunidad tenía también un cuerpo propio de notarios. El Justicia de Calatayud fue el único oficial que conservó sus prerrogativas sobre las aldeas. Tanto Calatayud como las aldeas, como lugares de realengo, mantenían los oficiales reales, como el merino y el baile.

            La Comunidad cobraba las pechas a sus aldeas, a las que se les asignaba un número de puestas. Cada puesta equivalía a 16 vecinos. Las sisas eran impuestos sobre comestibles. También recaudaba de los terratenientes. La Comunidad también tenía en alquiler algunas propiedades, disponiendo de censales e ingresos por décimas, primicias y cuartos. Con todo ello la Comunidad hacía frente a sus contribuciones, siendo la monarquía la beneficiaria más importante.

            La población total de la Comunidad de Calatayud debió oscilar entre los 25.000 y los 30.000 habitantes en los siglos XIV y XV, con grandes oscilaciones a causa de las pestes y las guerras. En el siglo XV sólo había población mudéjar en Alhama, Terrer, Santos, Embid, Saviñán y Paracuellos de la Ribera. En 1319 algunos mudéjares de Saviñán, cuya morería era de señorío, acudieron a repoblar el lugar de Salillas. La morería de Saviñán perteneció a los condes de Luna, pero en 1416 Alfonso V la donó a Hernando de Sayas. La Comunidad la compró a su viuda en 1434. En 1495 sólo quedaban mudéjares en Terrer y Saviñán.

            El libro incluye un CD con un interesante apéndice documental.

            José Luis Corral propuso a las autoridades allí presentes, como  colofón a la conmemoración del Sexto Centenario del Compromiso de Caspe, la celebración de un acto en Calatayud, donde tuvo lugar una primera reunión, que más tarde daría lugar a la Concordia de Alcañiz y culminaría con el Compromiso de Caspe de 1412. El profesor Corral también consideró la necesidad de reescribir la historia de Calatayud, a la luz de los nuevos conocimientos, propuesta que ya dejó caer en la presentación de las actas del VIII Encuentro de Estudios Bilbilitanos.

domingo, 6 de marzo de 2011

La Guerra de la Independencia en la Comunidad de Calatayud. Simposio

La Guerra de la Independencia en la Comunidad de Calatayud. Simposio, coeditores IFCCEB-Comunidad de Calatayud-Ayto. de Calatayud-UNED-Academia de Logística, Calatayud, 2009, Centro de Estudios Bilbilitanos, 102, 288 p., 29 il., 17x24 cm. ISBN: 978-84-9911-016-5.

Precio: 8€
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Índice:
  • "Mitos y literatura en los Sitios de Zaragoza", por José Luis Corral Lafuente, pp. 9-27; 
  • "La ciudad de Calatayud y su archivo durante la Guerra de la Independencia", por Francisco Zaragoza Ayarza, pp. 29-43; 
  • "La Guerra de la Independencia en Morata de Jalón. El Memorial de Pedro Calvo", por Manuel Mercado Grima, pp. 45-60; 
  • "La vida de cada día, en días de guerra", por Claudio Joaquín Mañes Martínez, pp. 61-74; 
  • "Ariza y su tierra en la Guerra de la Independencia", por Joaquín Melendo Pomareta, pp. 75-86; 
  • "Villafeliche, año 1808", por Maribel Romea Fernández y Francesc Riera Prenafeta, pp. 87-110; 
  • "Cartas de Ramón Gayán a Pedro M.ª Ric desde la Comunidad de Calatayud", por Ángel Lassa Moreno, pp. 111-118; 
  • "Aragón patriota: la Junta Superior de Aragón y parte de Castilla y los guerrilleros", por Herminio Lafoz Rabaza, pp. 119-158; 
  • "El Empecinado y Calatayud", por José Galindo Antón, pp. 159-162; 
  • "Fidel Mallén y la partida de Illueca", por Manuel Mercado Grima, pp. 163-175; 
  • "Combatientes atecanos en la Guerra de la Independencia", por Jesús Blasco Sánchez, pp. 177-186; 
  • "La participación de los bilbilitanos en los Sitios de Zaragoza", por Silverio Cubero de Val, pp. 187-193; 
  • "El batallón de voluntarios de Calatayud", por Ángel Lassa Moreno, pp. 195-203; 
  • "Aragón bajo la dominación francesa", por Pedro Rújula López, pp. 205-215; 
  • "Apuntes sobre la repercusión en Ateca de la Guerra de la Independencia", por Jesús Blasco Sánchez, pp. 217-238; 
  • "Repercusiones económicas de la ocupación francesa en el periodo 1810-1811 en Ateca (Zaragoza)", por Agustín Rubio Semper, pp. 239-248; 
  • "La Iglesia bilbilitana durante la Guerra de la Independencia (1808-1814)", por Ángel Lassa Moreno, pp. 249-253; 
  • "La Fundación «Zaragoza 2008» y el bicentenario de los Sitios", por José A. Armillas Vicente y Jesús A. González Isla, pp. 255-279. 
  • Programa y participantes, pp. 281-286.

VII Encuentro de Estudios Bilbilitanos, Calatayud y Comarca

VII Encuentro de Estudios Bilbilitanos, Calatayud y Comarca, CEB, Calatayud, 2009, Centro de Estudios Bilbilitanos, 99, tomo I: 376 p., 51 il., 1 map., 17x24 cm. ISBN: 978-84-9911-011-0. Tomo II: 516 p., 140 il., 2 map., 17x24 cm. ISBN: 978-84-9911-012-7.

TOMO I. 
Convocatoria y programa, 4 p.
Relación de ponentes e inscritos, 4 p.

GEOGRAFÍA, ECONOMÍA Y ECOLOGÍA:Ponencia: "Los cambios de morfología y funciones del Calatayud preindustrial al postindustrial", por Vicente Bielza de Ory, pp. 15-35. (22 p., 13 il.)

Comunicaciones, pp. 37-72.

  • TOBAJAS GÁLLEGO, Francisco, El cáñamo en Calatayud en el siglo XVIII, los canónigos José Sanz de Larrea y Mariano Lozano Serrano (private), 22 p. 
  • PALLARÉS GASCÓN, A., y PALOMO SEGOVIA, M., Análisis geográfico de la comarca comunidad de Calatayud: diagnóstico y propuestas de ordenación territorial, 14 p., 6 il., 1 map.

ETNOLOGÍA, FOLKLORE Y LITERATURA.
Ponencia: "Panorama de la cultura popular en la Comunidad de Calatayud", por José Ángel Urzay Barrios, pp. 75-100 (26 p.)

Comunicaciones: pp. 101-256.
  • GALINDO ANTÓN, José, Los dos Gerónimos (Xabierre y Passamonte) en Calatayud, 8 p., 2 il. 
  • MELENDO POMARETA, Joaquín, Un romance del siglo XVII transmitido por vía oral: el romance del Guitón, 12 p. 
  • ALCONCHEL PINA, Mª Soledad, Los gozos como expresión de la religiosidad popular en la comunidad de Calatayud, 14 p., 2 il. 
  • ALCONCHEL PINA, Mª Soledad, Las rogativas para pedir agua en la comunidad de Calatayud en la tradición oral, 10 p. 
  • CASADO LÓPEZ, Manuel, Las torres y los torreros de Calatayud, 20 p., 2 il., 1 map. 
  • TOBAJAS GÁLLEGO, Francisco, Faustino Sancho y Gil y Mariano Cavia, 10 p. 
  • TOBAJAS GÁLLEGO, Francisco, Faustino Sancho y Gil y el colegio de Valldemía, 8 p. 
  • TOBAJAS GÁLLEGO, Francisco, Homenaje del Ateneo de Zaragoza a Faustino Sancho y Gil en 1898, 16 p. 
  • TOBAJAS GÁLLEGO, Francisco, Faustino Sancho y Gil y la academia matritense de jurisprudencia y legislación, 10 p. 
  • AGUAVIVA GRACIA, Jesús, Percepción del personaje femenino en la novela corta de Juan José Lorente, 12 p. 
  • SÁNCHEZ PORTERO, Antonio, Curiosidades en torno al "Quijote de Cervantes", 10 p. 
  • SÁNCHEZ PORTERO, Antonio, El aragonés Jerónimo de Pasamonte no puede ser el autor del "Quijote" apócrifo, 12 p. 
  • SÁNCHEZ PORTERO, Antonio, El poeta bilbilitano Pedro Liñán de Riaza escribió el "Quijote" deAvellaneda, 14 p.
 ANTIGÜEDAD. 
Ponencia: "El patrimonio arqueológico bilbilitano en el 2006", por Manuel Martín-Bueno y Carlos Sáenz Preciado, pp. 259-268. (10 p., 4 il.)

Comunicaciones, pp. 269-365
  • MONTERO CÓRDOBA, Ángel, Aproximación al significado de la inscripción en piedra encontrada en Bilbilis en 1580 ("Bilbilis E-1"), 10 p. 
  • LÓPEZ MARTÍNEZ, Julia, y MARTÍN-BUENO, Manuel, La pintura en el ámbito doméstico de "Bilbilis": Un conjunto del III estilo Pompeyano, 16 p., 8 il. 
  • REKLAITYLE, Ieva, Los objetos de la higiene personal a través de los epigramas de Marcial, 14 p. 
  • URIBE AGUDO, Paula, Unamirada crítica: casa y vecinos en tiempo de Marcial, 14 p. 
  • MILLÁN GIL, Julián, y REY LANASPA, Javier, Prospecciones arqueológicas en la comarca del Aranda, 28 p. 
  • SEVILLA CONDE, Alberto, Trabajos arqueológicos y de restauración de la Escuela Taller de Restauración de Aragón en la ciudad romana de Bílbilis, 16 p.. 12 il.


TOMO II. 
HISTORIA.
Ponencia: "La comunidad de aldeas de Calatayud en los siglos XIII al XV", por José Luis Corral Lafuente, p. 9-30. Comunicaciones, pp. 31-352. (22 p.)

Comunicaciones:
  • LÓPEZ ASENSIO, Álvaro, Las ordenaciones del concejo de Villalba de Perejiles de 1655, 32 p. 
  • FUENTE COBOS, Concepción de la, Algunas cofradías bilbilitanas de oficio en la Edad Media, 12 p. 
  • RODRÍGUEZ LAJUSTICIA, Francisco Saulo, El convento de Santa Clara de Calatayud en el siglo XIV: nuevos aportes documentales para su estudio, 10 p. 
  • RODRÍGUEZ GARCÍA, José Carlos, El testamento de Don Pedro Martínez de Luna, bilbilitano, caballero noble del Reino de Aragón, 24 p. 
  • LAFUENTE GÓMEZ, Mario, La crisis del siglo XIV en Calatayud y sus aldeas: el factor de la guerra, 14 p. 
  • MARTÍNEZ GARCÍA, Francisco José, La dictadura de Primo de Rivera en Ateca, 16 p., 5 il.  
  • MARTÍNEZ GARCÍA, Francisco José, La Segunda República en Ateca. El bienio reformador o la ilusión por un nuevo régimen político (1931-1933), 18 p., 6 il. 
  • MARTÍNEZ GARCÍA, Francisco José, Ateca durante la Segunda República. El bienio restaurador o el ocaso del tricolor (1934-1946), 14 p., 2 il. 
  • MARTÍNEZ GARCÍA, Francisco José, Fundación en Ateca del semanario republicano "La Democracia", 16 p., 6 il. 
  • MARTÍNEZ GARCÍA, Francisco José, Ateca después del 18 de julio de 1936, 18 p. 
  • MARTÍNEZ GARCÍA, Francisco José; CEBOLLA BERLANGA, José L., y RUIZ Y RUIZ, Javier, Excavaciones arqueológicas en Alcocer (La Mora Encantada, Ateca), 8 p., 8 il. 
  • SIMÓN PÉREZ, César, El Cristo de Ribota, 20 p., 22 il. 
  • MELENDO POMARETA, Joaquín, El castillo de Somet y la unión (1265-1348), 36 p., 2 il., 2 map. 
  • MELENDO POMARETA, Joaquín, El mercedario fray Juan de Molina y Entrena (Carenas, 1576-Zaragoza, 1652), 16 p., 1 il. 
  • MELENDO POMARETA, Joaquín, La granja de San Vicente de Cebamanos de Calatayud, 10 p. 
  • BLASCO SÁNCHEZ, Jesús, La señoría de Terrer: propiedades a mediado del siglo XVII, 16 p. 
  • BLASCO SÁNCHEZ, Jesús, Fundación del consejo de Mesta de ganaderos y colmeneros de Ateca, 1654, 20 p. 
  • SEBASTIÁN FRANCO, Cristina, Historia social de los mercaderes de Calatayud en el siglo XV, 12 p. 
  • BARRIO MOYA, José Luis, Don Gaspar Vicente de Vera, un bilbilitano en el Madrid de Carlos II y Felipe V y su carta de dote (1701), 10 p.

ARTE.
Ponencia: "Las artes plásticas del Renacimiento en la comarca de la Comunidad de Calatayud", por Jesús Criado Mainar, pp. 355-361. (8 p:)

Comunicaciones, pp. 363-508.
  • BORRÁS GUALIS, Gonzalo M., El claustro y la torre octogonal mudéjares de la colegiata de Santa María de Calatayud: nuevas perspectivas, 6 p. 
  • SANMIGUEL MATEO, Agustín, y PÉTRIZ ASO, Ana Isabel, Dos portadas mudéjares poco conocidas: la Vilueña y Ruesca, 4 p., 2 il. 
  • SANMIGUEL MATEO, Agustín, y PÉTRIZ ASO, Ana Isabel, Un medallón mudéjar y una ménsula gótica en el palacio de Arlueta en Calatayud, 6 p., 9 il.
  • ALEGRE ARBUÉS, Jesús Fernando, Las fábricas medievales del convento del Santo Sepulcro de Calatayud. Interpretación a partir de su levantamiento planimétrico y análisis constructivo, 18 p., 25 il. 
  • ALEGRE ARBUÉS, Jesús Fernando, Vestigios de casas medievales en Munébrega. La evolución histórica de la Casa del Solanar, 14 p., 16 il.
  • SANMIGUEL MATEO, Agustín, y PÉTRIZ ASO, Ana Isabel, Un alfarje mudéjar en la plaza de San Torcuato de Calatayud, 6 p., 5 il. 
  • MAÑA BALLESTÍN, Fabián, El ministerio Dubio de Cimballa (Zaragoza) y el monasterio de Piedra, 16 p., 9 il. 
  • ACERETE TEJERO, José Miguel, Documentos para la historia del arte del siglo XV en la comarca de Calatayud, 36 p.
  • BLASCO SÁNCHEZ, Jesús, Capitulaciones para construcción de la iglesia de San Miguel de Sabiñán, 4 p. 
  • CARRETERO CALVO, Rebeca; SANMIGUEL MATEO, Agustín, y PÉTRIZ ASO, Ana Isabel, El arquitecto Fr. Alberto de la Madre de Dios en Calatayud. El convento de Carmelitas Descalzos de San José (1599-1999), 20 p., 8 il. 
  • MELENDO POMARETA, Joaquín, Sobre dos retablos de la ermita de la Virgen de Jaraba, 6 p., 6 il. 
  • IBÁÑEZ FERNÁNDEZ, Javier, Nuevas pinturas de escuela toledana en la comarca de Calatayud, 10 p., 8 il.