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miércoles, 26 de agosto de 2015
lunes, 23 de marzo de 2015
Pregón de Semana Santa
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martes, 3 de febrero de 2015
Bajo las estrellas
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EL SISTEMA DEFENSIVO MUSULMÁN ENTRE LAS MARCAS MEDIA Y SUPERIOR DE AL-ANDALUS
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lunes, 15 de diciembre de 2014
INSPIRARTE
El Centro de Estudios Bilbilitanos,
de la Institución “Fernando el Católico”
de la Institución “Fernando el Católico”
y
AMIBIL
se complacen en invitarle a la presentación del libro:
INSPIRARTE
con poemas de:
Mariano Ramos Ruíz
e ilustraciones de:
José Javier Ibáñez Pablo, José Luís Llorente Nuño, José Antonio Morte Narvión, Manuel Ruiz Martín y Yolanda Tello Guajardo
que tendrá lugar el viernes 19 de diciembre de 2014, a las 19:00 horas
en el Salón Multiusos del Excmo. Ayuntamiento de Calatayud
(Plaza de Costa, 14)
en el Salón Multiusos del Excmo. Ayuntamiento de Calatayud
(Plaza de Costa, 14)
En la presentación se pondrán a la venta los libros al precio de 6 €, importe que está destinado a AMIBIL. Las obras podrán adquirirse, a partir del día 22, en los puntos de venta de AMIBIL.
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jueves, 27 de noviembre de 2014
Cancionero del Café
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lunes, 17 de marzo de 2014
El camino español
EL
CAMINO ESPAÑOL Y LA LOGÍSTICA EN LA ÉPOCA DE LOS TERCIOS. APORTACIÓN DE
CALATAYUD Y COMARCA.
Francisco
Tobajas Gallego
En un concurrido Salón de Actos de
la sede de la Comarca Comunidad de Calatayud, se presentó el pasado 18 de
diciembre el libro El Camino Español y la
Logística de los tercios. Aportación de Calatayud y Comarca, del que son
autores Fernando Martínez Laínez y Víctor Javier Sánchez Tarradellas. Este
libro ha sido editado por el Centro de Estudios Bilbilitanos, cuyo Presidente,
Manuel Micheto, abrió el acto.
En el prólogo de este libro, Gonzalo
Sánchez Urbón, General de Brigada y Director de la Academia de Logística de
Calatayud, hasta mediados del pasado mes de diciembre (exactamente, el
11-12-13, a las 14 horas), agradecía al Centro de Estudios Bilbilitanos la
acogida que había dispensado al libro, recordando la notable, fluida y larga
relación de Calatayud con las Unidades del Ejército, asentadas desde antiguo en
el Fuerte de la Merced. Será en 1926 cuando la ciudad ceda al ramo de la guerra
unos terrenos «entre Mediavega y Margarita», para levantar el Acuartelamiento
Infante D. Jaime, actualmente Acuartelamiento Barón de Warsage, donde se
trasladarán las fuerzas del 12º Regimiento de Artillería Ligera procedentes de
Vicálvaro, Madrid. Más tarde, en 1975, se implantará un centro de enseñanza, el
Instituto Politécnico nº 2, que una vez ampliadas sus competencias en 2001,
pasará a denominarse Academia de Logística. Calatayud se convierte así en la
única ciudad española que acoge un centro de enseñanza militar especializado en
Logística.
Antes de la creación de la Academia, parte de sus
cometidos tenían lugar en la Escuela de Logística del Ejército de Tierra, con
sede en Villaverde, Madrid, que tenía como lema «Poner una pica en Flandes», aludiendo
a la campaña que los Tercios españoles llevaron a cabo en aquellas lejanas
tierras durante ochenta largos años, recorriendo el llamado Camino Español. La
Asociación del Camino Español, creada en 2011, honró a la Academia de Logística
con el título de Socio de Honor.
El libro consta de tres partes
diferenciadas. La primera de ellas, dedicada al Camino Español de los Tercios, se
debe al periodista, historiador y vocal de la Asociación de Amigos del Camino
Español de los Tercios, Fernando Martínez Tejero. Esta parte del libro ya era
conocida por unas conferencias que el autor impartió en Calatayud, con motivo
del X Aniversario de la creación de la Academia de Logística.
La segunda parte, dedicada a la
logística que abastecía a los Tercios españoles, se debe al Teniente Coronel
Víctor Javier Sánchez Tarradellas, profesor de la Academia, quien firma también
la tercera parte del libro, donde muestra la importancia de Calatayud y su
Comarca en las actividades de logística militar de aquella centuria.
En la Introducción a este libro,
César Muro Benayas, Teniente General y Presidente de la Asociación de Amigos
del Camino de los Tercios, asegura que entre 1534 y finales del siglo XVII, los
tercios españoles eran las mejores unidades militares del mundo, sólo
comparables a las falanges macedónicas, a las legiones romanas, a los
regimientos napoleónicos o a las columnas acorazadas de la Werhmacht.
Recordaba que en el año 2006, un
oficial español de Infantería destinado en Bruselas, descubrió de manera
fortuita el antiguo poblado de Empel, frente a la isla de Bomel. Una pequeña
ermita recuerda el milagro en el día dedicado a la Virgen Inmaculada, que dio
origen a su patronazgo. En esta isla unos pocos soldados españoles fueron
sitiados por sus enemigos a bordo de sus barcas. La noche del 8 de diciembre
las temperaturas bajaron varios grados bajo cero y todo el lago quedó helado,
quedando las barcas atrapadas. Los españoles salieron de la isla y andando
sobre el mismo hielo del lago, fueron atacando a todas las barcas de sus
enemigos, logrando una gran victoria. Aquel hallazgo conmovió a los componentes
de la Infantería y auspiciado por la Academia del Arma y el apoyo del Ejército,
se organizó una expedición, que se fue repitiendo año tras año, hasta que en el
año 2011, un grupo de «románticos de los tercios» crearon la Asociación de
Amigos del Camino Español de los Tercios, contando actualmente con más de
quinientos socios.
Fernando Martínez Laínez afirma con
contundencia que el llamado Camino Español fue la maniobra logística más
importante de la Edad Media. Se trataba de un camino de ida y vuelta, que
atravesaba gran parte de Europa. En aquel tiempo, los enemigos del poder
militar español fueron el espacio o la distancia a sus posesiones europeas o de
ultramar y la escasez de hombres. La ruta marítima hacia los Países Bajos era
muy peligrosa por la acción de los corsarios hugonotes franceses y holandeses,
y la hostilidad británica, sobre todo desde 1558, año de la pérdida de Calais y
la subida al trono de Isabel I, sin contar también con los terribles temporales
de esta zona. España mantuvo una larga guerra a lo largo de ochenta años contra
los Países Bajos, que acabó agotando todos sus recursos. El primero que utilizó
el Camino Español fue el duque de Alba en 1566, cuando acudió a Flandes con su
ejército para reprimir a los rebeldes flamencos, aunque la idea había surgido
unos años antes de Antonio Granvela, Consejero del rey Felipe II, con el fin de
que el mismo rey pudiera hacerse cargo de aquella situación, viajando de
España, vía Génova, hasta Flandes, pero aquella visita nunca se produjo.
Las tropas, que se reclutaban en su mayor parte en Aragón,
Cataluña, Castilla, Reino de Valencia y Murcia, embarcaban en los puertos de
Barcelona, Valencia o Cartagena, desembarcando en Génova y en otros puertos
cercanos de Liguria, al cabo de una semana. De allí iniciaban una marcha hasta
Milán, donde los soldados podían descansar bajo techo, en acuartelamientos y
hospitales militares. Luego tenían que cruzar los Alpes, cruzar el territorio
leal del Franco-Condado y el principado-obispado de Lieja, de resistencia
católica. En aquellas zonas de mayor peligro, el grueso de la fuerza, compuesta
por unos tres mil soldados, se dividía en dos divisiones: vanguardia, donde
iban los mosqueteros, arcabuceros y piqueros, y la retaguardia, con las picas,
los arcabuceros y los mosqueteros, dispuestos en este orden. En la marcha se
atendía a los enfermos y perdidos y se perseguía a los desertores, de los que
se encargaba los cuadrilleros a caballo del barrachel de campaña.
En condiciones normales, la travesía desde Milán hasta
Namur, por el llamado Camino Español, venía a costar una media de 48 días. En
1622 Saboya prohibió el tránsito de tropas por aquel territorio. En 1633 Luis
XIII ocupó Lorena, que era la encrucijada donde convergían todas las rutas del
camino Español antes de pisar Flandes, haciendo imposible ya la travesía.
Entonces se intentó llevar las picas a Flandes por mar, desde los puertos de
Galicia y del Cantábrico, pero la derrota en 1639 de la flota del almirante
Oquendo, en la batalla de las Dunas, acabó también con esta posibilidad.
También se utilizó la ruta que, desde Milán, cruzaba los Alpes y los cantones
suizos, cruzando el Rin hasta Alsacia.
Martínez Laínez escribe que el Camino Español, «además de
ser una hazaña logística», representaba «una serie de virtudes vinculadas al
espíritu militar, al patriotismo, al esfuerzo en la defensa de unas banderas
que hicieron ondear la idea y el nombre de España en toda Europa».
En la
segunda parte, el Teniente Coronel Sánchez Tarradellas trata de la Logística en
la época de los Tercios y del Camino Español, «un auténtico prodigio
logístico». Las nuevas necesidades de la monarquía española, siempre falta de
hombres y de dinero, le llevaron adoptar novedosos métodos, que anticiparon las
formas más modernas de apoyo a las tropas, como el sistema de etapas, los trenes
de víveres, el apoyo social al soldado y a sus familias, y la asistencia
sanitaria. Miguel de Cervantes, que fue soldado antes que logista, escribió con
indudable tino: «El peso de las armas no puede llevarse sin el buen gobierno de
las tripas».
En la
tercera y última parte, el Teniente Coronel Sánchez Tarradellas escribe sobre
la aportación de Calatayud y su Comarca al Camino Español y al ejército.
Entonces como hoy, Calatayud se encuentra en una importante encrucijada de
caminos, por el que transitaban armas y tropas. En su comarca se encontraba uno
de los más importantes centros de producción de pólvora de la época. Calatayud
abastecía también al ejército de cuerdas o mechas de arcabuz, a base de lino o
de cáñamo, además de armas. En Calatayud hacían un alto los soldados reclutados
en Castilla, que seguían el camino real de Aragón hasta el puerto de Barcelona.
Los vecinos de Calatayud debían alojar a los soldados, proporcionándoles agua,
sal, aceite, vinagre y asiento a la lumbre. Calatayud era un punto importante
de paso de armas procedentes de Vizcaya y Guipúzcoa, aunque también era un destacado
centro productor. Enrique de Leguina comparaba la producción de Calatayud con
Toledo, citando algunos prestigiosos espaderos, como Andreas Munsten y Luis de
Nieva, que labraron en ambas ciudades. Otro célebre espadero de Calatayud fue
el converso Julián del Rey, cuya marca se encuentra en un estoque del emperador
Carlos y en una espada atribuida a Hernán Cortés. Las aguas del Jalón siempre
fueron muy elogiadas para dar el temple adecuado, medido en avemarías, como ya
refiere Marcial. En el siglo XV existía en Calatayud un potente gremio de
herreros musulmanes, con ballesteros, armeros, y guarnecedores. Un documento de
1577 daba una cifra de 1.400 hombres de Calatayud al servicio de su majestad y
de 5.508 hombres para toda la comarca. Disponían de 3.467 arcabuces, 1.375
ballestas y 2.093 picas. Por entonces había en Calatayud más de quince
puñaleros y espaderos, además de varios escopeteros. Pero la manufactura armera
que dio más fama a Calatayud fue el capacete. Se trataba de un casco sin cresta
ni visera, a veces terminado en punta, parecido al morrión, aunque de forma más
esférica, chata o aplanada. De origen morisco, no llevaba protección para el
rostro, permitiendo una mejor visión para ballesteros, arcabuceros y
mosqueteros. Lo utilizó frecuentemente en los siglos XVI y XVII la infantería
española, asegurado con un barbolejo. Los capacetes se producían en Castejón de
las Armas y en Calatayud. En el Kunsthistorisches Museum de Viena encontramos
un capacete datado en 1490 y atribuido a Fernando el Católico, que por sus
marcas se considera de origen bilbilitano. Otro, al parecer del mismo origen y
correspondiente al alférez Duarte de Almeida, que llevaba en la batalla de Toro
en 1476, se conserva como trofeo en la catedral de Toledo. Los capacetes de
Calatayud se citan ya en La Celestina,
con los broqueles de Barcelona y los casquetes de Almazán. A ellos también se
refieren el duque de Rivas y Nicolás Fernández de Moratín.
Otra importante industria eran los molinos de pólvora de
Villafeliche, que llegaría a ser el principal centro productor de pólvora de
España, junto a Granada, Murcia y Manresa. Utilizaban como fuerza motriz las
aguas del Jiloca. Desde Épila llegaba el salitre y desde Villel y Libros el
azufre. El carbón se fabricaba a partir de sarmientos de la vid, ramas de sauce
y cáñamo. La producción de pólvora en Villafeliche se hacía al aire libre.
El uso de armas de fuego en España ya aparece documentado
en 1343. Serán utilizadas en el sitio de Calatayud en 1362, en la llamada
Guerra de los Pedros. Los primeros arcabuces y luego los mosquetes necesitaban
trozos de mechas de combustión lenta, que provocaban la ignición de la pólvora.
Su consumo era tan importante que la cuerda de arcabuz se suministraba por
quintales. Para ello se requería del cáñamo, que dio lugar a numerosos oficios,
como alpargatero, cordelero o soguero.
Al final del libro se recogen también unos interesantes
anexos, como varios planos del camino real que pasaba por Calatayud,
fotografías de varios capacetes, que se consideran de origen bilbilitano, o un
documento de la Biblioteca Nacional, datado en 1577, donde se recogen, lugar
por lugar, los vecinos, los arcabuces, las ballestas, las picas y las lanzas
que disponía el rey para su servicio. El alcalde de Calatayud, José Manuel
Aranda, cerró el acto de presentación de este último libro del Centro de
Estudios Bilbilitanos, dedicado al Camino Español y a la Logística en la época
de los tercios.
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miércoles, 18 de diciembre de 2013
FAUSTINO SANCHO Y GIL (1850-1896) Notas para la biografía de un hombre ocupado y preocupado
Centro de Estudios Bilbilitanos
Jueves 19 de diciembre a las 20:00 horas en la Sala Multiusos del Ayuntamiento de Calatayud (Plaza de Costa, 14):
Presentación del libro
FAUSTINO SANCHO Y GIL (1850-1896)
Notas para la biografía de un hombre ocupado y preocupado
de
Francisco Tobajas Gallego
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EL CAMINO ESPAÑOL Y LA LOGÍSTICA EN LA ÉPOCA DE LOS TERCIOS.APORTACIONES DE CALATAYUD Y COMARCA
Centro de Estudios Bilbilitanos
de la Institución “Fernando el Católico”
- Miércoles 18 de diciembre a las 20:30 horas en la Sala Multiusos del Palacio de la Comunidad de Calatayud:
PRESENTACIÓN DE LA PUBLICACIÓN
EL CAMINO ESPAÑOL Y LA LOGÍSTICA EN LA ÉPOCA DE LOS TERCIOS.APORTACIONES DE CALATAYUD Y COMARCA
Fernando Martínez Laínez y Víctor Javier Sánchez Tarradellas
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lunes, 2 de diciembre de 2013
Presentación del libro Miradas de Jorge Miret Velilla
El próximo jueves, día 5 de diciembre, a las 20:30 horas, en el Museo de Calatayud se presentará el libro de fotografías "Miradas" de Jorge Miret Velilla.
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jueves, 21 de marzo de 2013
Pregón de Semana Santa
El
Centro de Estudios Bilbilitanos, de la Institución “Fernando
el Católico”, se complace en invitarle al
PREGÓN DE
SEMANA SANTA 2013
que pronunciado por:
D. Gonzalo Sánchez Urbón
Excmo. Sr. General Director de la ACLOG
tendrá lugar en la iglesia de
San Juan el Real, el viernes día 22
de marzo a las 20:30 horas
y al
Concierto Sacro
que a continuación
interpretará la
CORAL BILBILITANA
y la
BANDA MUNICIPAL DE MÚSICA
“PASCUAL
MARQUINA”
dirigidas por D. José Antonio Doñágueda
FRAGMENTOS MUSICALES
INTERPRETADOS AL ÓRGANO por:
D. Santiago Beltrán
CALATAYUD 2013
miércoles, 26 de diciembre de 2012
Miradas de Caminante
Francisco Tobajas Gallego
El
pasado día 18 de diciembre, en el salón de actos de Bantierra de Calatayud,
tuvo lugar la presentación del libro de fotografía Miradas de caminante, de José Luis Molina Remacha, que ha sido editado
por el Centro de Estudios Bilbilitanos. Este libro tiene el merecido honor de
inaugurar un «nuevo rumbo» en la colección Calatayud en la fotografía, que va a
prestar atención al bello y variado paisaje de la Comarca Comunidad
de Calatayud. Por ello la nueva colección que comienza ahora su andadura, se
llamará La Comunidad
de Calatayud en la
Fotografía.
José
Ramón Olalla, en el prólogo de este libro, señala que José Luis Molina comenzó
en el mundo de la fotografía hace escasamente ocho o nueve años. Desde entonces
le hizo partícipe de su enorme entusiasmo por la fotografía. Ello le llevó a introducirse
en el complejo trabajo del procesado digital de fotografías, consiguiendo unos
buenos resultados. Esta experiencia la compartió con propios y extraños en
foros de internet. Con los años, José Luis Molina ha pasado de aprendiz
adelantado a maestro, que enseña y comparte en cursos de imagen y procesado, su
experiencia en solitario y autodidacta.
El
caminante José Luis Molina conoce bien los paisajes y los caminos de la comarca
de Calatayud, que mira con ojos de caminante, pues dos pasiones se unen y se
complementan en él, el senderismo y la fotografía. Y como no iba a ser de otra
manera, en estos paisajes que contempla el caminante, aparecen las piedras, los
árboles, los campos, las gentes y por supuesto los cielos cambiantes y
amenazadores de estas tierras, tan duras y tan expresivas. Unos cielos poblados
de nubes gordas y deshilachadas, de nubes blancas, azules, grises y negras, que
el caminante descubre desde un recodo del camino y que aparecen formando líneas,
figuras y volúmenes caprichosos y cambiantes. Nubes gordas y negras, nubes de
verano y de primavera, nubes de algodón y nubes de tormenta, que cruzan muchas tardes
de corrido, dejando luego un cielo completamente azul.
A
los ojos curiosos del caminante tampoco faltan los campos en primavera, con la
tierra en sazón y flores de cien colores. La luz de las tardes de finales de
invierno, que se alarga con un respingo, los almendros floridos sobre las tierras
rojizas y recién labradas, con las casas del pueblo al fondo, bajo un cielo
denso, con nubes huecas y ligeras. En los cruces de los caminos, los peirones
convocan la atención del caminante y obligan a una corta parada, a un respiro y
a una fotografía. En ellos un santo, que llevó vida de santo, o la misma Virgen
del Pilar animan y reconfortan la andada, pues anuncian que no anda lejos el lugar
que sea, con su parroquia, su torre de ladrillo, su casino, su plaza, su fuente
y su ayuntamiento. Santos o Vírgenes que protegen el sembrado y bendicen el
trabajo de los hombres que todavía siguen cultivando sus tierras hasta que las
fuerzas les abandonen.
El
caminante distingue agazapado que por el camino abajo, camino de la vega, un
borrico pasa con su dueño. Las fuerzas flaquean y a la vera del camino es
preciso tomar aliento. Y frente a frente, el hombre confiesa a su compañero de
fatigas y faenas que la vida se les ha ido a los dos, que son viejos para casi
todo, que los años pesan ya como piedras, como cargas de leña, como cajas
llenas de peras o de patatas. Y el borrico atiende a su amo, baja la cabeza y
calla.
Los
ojos del caminante se encuentran con gentes que toman el sol o la sombra en una
calleja o en un carasol. Viejos que van a la huerta o están quemando las ramas
de la poda, viejas que deshacen una chaqueta para hacer otra, pastores que
conocen los cielos y las ovejas con solo mirarles fijamente a los ojos. Tampoco
falta el perro guardián, el borriquillo, el cordero que nace con hambre de
semanas y las ovejas de mirada triste, que comen como si mañana mismo fuera a
acabarse el mundo.
Largas
tardes de largas caminatas llenando los ojos de bellos paisajes. El caminante
de trecho en trecho descansa. Otea el horizonte, busca un encuadre, gira sobre
sí mismo, arde en angustia, el viento acecha, y la tormenta, y el aguacero. Se
sitúa, saca su cámara, hace sus cálculos, espera un rayo de luz que no llega,
espera y espera, se desespera, se levanta de nuevo, mira al cielo y a la
tierra, las nubes pasan, ligeras o pesadas, altas o rasantes, el tiempo también
pasa, el caminante se inquieta, mira el reloj, comienza a andar, se lamenta porque
no le acaba de convencer el paisaje, sigue adelante, mira el cielo y la tierra,
calla y anda, la tarde se apaga lentamente, la luz dorada baja a ras de suelo, de
pronto un campo verde, una luz de costado, unas nubes brillando, el sol que se
cuela, una caseta, un árbol, un girasol abierto, un peirón al lado del
cementerio, un lago de agua en silencio, una ermita blanca, un camino solitario,
una tierra roja y salvaje, calurosa y agreste, unas espigas, unas amapolas, un
río que se cae de cabeza, una emoción, un descubrimiento, una intuición, una composición
llena de armonía, un arco iris que se ve a lo lejos, unos melocotoneros en
flor, unos chopos medio dorados, un almendro salvaje, una calle solitaria, el mismo
polvo del camino…. Y zas, un disparo, y otro, y otro. Eso, confiesa el
caminante, es una verdadera pasada.
La
mirada del caminante se ha detenido esta vez y por orden alfabético, en Alarba,
en Alhama, en Aniñón, en Armantes, en Ateca, en Bijuesca, en Bordalba, en
Calatayud, en Cervera, en Cetina, en Fuentes de Jiloca, en Huérmeda, en Jaraba,
en La Vilueña ,
en Llumes, en Malanquilla, en Maluenda, con
diferentes motivos, para tener contentos a sus vecinos, en Miedes, en Monterde,
en Morata de Jiloca, en Moros, en Munébrega, en Nuévalos, en Olvés, en Pardos y
en Torrelapaja. Unas miradas que compartidas son una verdadera pasada.
El
caminante nos trasmite con su mirada limpia el olor del campo mojado, el calor
de la tarde de primavera, la lluvia que llega de improviso, con rayos y
centellas, el aire que viene y que da la vuelta en un árbol callado, la soledad
de los caminos y de los pueblos medio vacíos, la canción del agua rebelde, el
juego de los pájaros que se persiguen incansables, el latido de los trigales
verdes, la blancura de las ermitas bajo la luz de mayo, de los peirones y de
las tapias del pequeño cementerio, el movimiento de los girasoles con su pesada
cabeza, el silencio de las calles en penumbra, la quietud del cielo cuando
anochece, la frescura de los grandes patios aragoneses, el olor del ganado que
pasta en una ladera con hierba tierna, el aleteo de una hoja amarilla que se
lleva el viento como un suspiro, el relente de la noche de invierno, el hombre
que habla a un borrico que todo lo sabe y todo lo entiende, las conversaciones
de las mujeres que hacen sus labores y la alegría de la vuelta por caminos
conocidos, con el corazón rebosante de luces, de sonidos y de colores.
Pero
tras esta primera mirada, el caminante se sienta y busca nuevos brillos y
nuevos colores a sus recuerdos, en un pasatiempo y en una pasión que casi raya
lo mágico y lo sobrenatural. A José Luis
le gusta trabajar con el negativo digital, buscando nuevos colores y nuevos horizontes
escondidos. Los colores se estiran y se encogen como una goma. A José Luis
Molina no le importa mostrar su método, su truco, su arte de birlibirloque. Muestra
la primera toma y el último retoque y entre los dos media la sabiduría de un
hombre enamorado de su tierra y de la fotografía. Es como dice José Luis, una y
otra vez sin cansarse, una verdadera pasada.
miércoles, 19 de diciembre de 2012
LA COMUNIDAD DE ALDEAS DE CALATAYUD EN LA EDAD MEDIA
Francisco Tobajas Gallego
El
pasado 13 de diciembre tuvo lugar en el Salón de Actos de Bantierra de
Calatayud, la presentación del libro La Comunidad de Aldeas de Calatayud en la
Edad Media , de José Luis Corral
Lafuente. Este libro ha sido editado por el Centro de Estudios Bilbilitanos, de
la Institución Fernando
el Católico, en colaboración con la Comunidad de Calatayud y la Diputación Provincial
de Zaragoza.
Este
libro es el estudio más completo publicado hasta el día de hoy dedicado a la Comunidad de Aldeas, que
carecía de una monografía que explicara su origen y sus estructuras políticas y
administrativas, así como sus órganos de gobierno, sus estatutos y reglamentos.
Esta nueva publicación tiene su origen en una investigación que llevó a cabo el
autor, junto a María José Sánchez-Usón, que se trasladó a dos estudios
publicados en las actas del I Encuentro de Estudios Bilbilitanos, 1983,
dedicados a las Sesmas de la
Comunidad de Calatayud, como modelo de ordenación territorial
en los siglos XV y XVI, y al Catálogo del desaparecido archivo de la Comunidad de Calatayud,
que se conservaba en una sala anexa a la iglesia de San Miguel de Maluenda, al
menos hasta principios del siglo XIX.
La
composición de este desaparecido archivo de la Comunidad , se conoce por
dos libros de registros que se conservan en el Archivo Municipal de Calatayud,
fechados en 1621 y 1672. El archivo de la Comunidad de Aldeas estaba ordenado en diez
secciones.
En
el asedio de Bayona, Alfonso I concedió fuero a Calatayud en 1131, sobre el
cual, según José Luis Corral, falta un estudio profundo y completo del mismo.
Así el 26 de diciembre de 1131, el rey hizo donación a la entonces villa de
Calatayud de un amplio territorio dentro de unos límites, que estaba sujeto al
señorío jurisdiccional de Calatayud, cuyo Concejo actuó como un verdadero señor
feudal. Para favorecer la repoblación de aquellas tierras de frontera, el rey
concedió amplios privilegios, derechos y libertades a los pobladores,
ratificando la libertad y la igualdad de todos ellos, con libertad de culto y
de mercado, defendiendo radicalmente la propiedad privada.
En
1182 el Papa Lucio III, concedió una bula por la que adjudicaba el patronato de
las iglesias de Calatayud a las aldeas de su término, cuando aún no se había
constituido la Comunidad. Esta
concesión de las rentas de las iglesias de las aldeas a las parroquias de la
villa, fue germen de posteriores conflictos.
Calatayud
no quiso perder sus privilegios de dominio señorial sobre sus aldeas y les siguió
exigiendo el pago de impuestos. Pero el 13 de febrero de 1269, el rey Jaime I,
estando en Calatayud, concedió a los habitantes de las aldeas de la Comunidad que no pagasen
300 sueldos a los acreedores y escribanos de la villa, y que no contribuyeran a
los gastos que no fueran en beneficio de
la propia Comunidad. En septiembre de este mismo año de 1269, el infante don
Pedro confirmaba que la
Comunidad no tenía que contribuir a pagar los gastos de la
villa de Calatayud. En 1296 Jaime II declaraba que la Comunidad era libre para
tener términos propios, usar sus pastos y poseer hornos, molinos, dehesas y
heredades.
El
oficial principal se llamaba Procurador General, cargo creado hacia 1250. Se
ayudaba de un alguacil, de un regidor de sesma y de varios comisarios. La Comunidad tenía también un
cuerpo propio de notarios. El Justicia de Calatayud fue el único oficial que
conservó sus prerrogativas sobre las aldeas. Tanto Calatayud como las aldeas,
como lugares de realengo, mantenían los oficiales reales, como el merino y el
baile.
La
población total de la
Comunidad de Calatayud debió oscilar entre los 25.000 y los
30.000 habitantes en los siglos XIV y XV, con grandes oscilaciones a causa de
las pestes y las guerras. En el siglo XV sólo había población mudéjar en
Alhama, Terrer, Santos, Embid, Saviñán y Paracuellos de la Ribera. En 1319 algunos
mudéjares de Saviñán, cuya morería era de señorío, acudieron a repoblar el
lugar de Salillas. La morería de Saviñán perteneció a los condes de Luna, pero
en 1416 Alfonso V la donó a Hernando de Sayas. La Comunidad la compró a su
viuda en 1434. En 1495 sólo quedaban mudéjares en Terrer y Saviñán.
El
libro incluye un CD con un interesante apéndice documental.
José
Luis Corral propuso a las autoridades allí presentes, como colofón a la conmemoración del Sexto
Centenario del Compromiso de Caspe, la celebración de un acto en Calatayud,
donde tuvo lugar una primera reunión, que más tarde daría lugar a la Concordia de Alcañiz y culminaría
con el Compromiso de Caspe de 1412. El profesor Corral también consideró la
necesidad de reescribir la historia de Calatayud, a la luz de los nuevos
conocimientos, propuesta que ya dejó caer en la presentación de las actas del
VIII Encuentro de Estudios Bilbilitanos.
lunes, 17 de diciembre de 2012
Miradas de caminante
PRESENTACIÓN DEL LIBRO
MIRADAS DE CAMINANTE
José Luis Molina Remacha
20 horas
Salón de Bantierra
Entrada libre
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