lunes, 17 de marzo de 2014

FAUSTINO SANCHO Y GIL (1850-1896). NOTAS PARA LA BIOGRAFÍA DE UN HOMBRE OCUPADO Y PREOCUPADO

Francisco Tobajas Gallego

            El pasado 19 de diciembre se presentó en la Sala Multiusos del Ayuntamiento de Calatayud, el último libro editado por el Centro de Estudios Bilbilitanos, dedicado al orador, escritor y político Faustino Sancho y Gil, de Francisco Tobajas Gallego. El autor estuvo acompañado por Pilar Trell, Concejala de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Calatayud, por el presidente del Centro de Estudios Bilbilitanos, Manuel Micheto, y por el biznieto de Faustino Sancho y Gil, Gonzalo Sancho Teus.



            El autor confesó que este libro se debía casi todo a la casualidad y a la curiosidad. En el año 1989 alguien le comentó que en la ermita de San Roque, contigua al cementerio de Paracuellos de la Ribera, yacía un poeta de la Generación del 27. Y el día de Todos los Santos se encontró, tras la puerta de esta ermita, con Baldomero Mediano y Ruiz (1847-1893), poeta, escritor y periodista de la época de la Restauración. En la Enciclopedia Temática Aragonesa halló un dato esclarecedor. Mediano había fundado en 1878 en Zaragoza la Revista de Aragón, que pudo consultar en la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras. En ella escribían, entre otros, Borao, Cavia, Matheu y Sancho y Gil… Tras una paciente investigación en la Hemeroteca de Zaragoza y en la Biblioteca Nacional de Madrid, pudo escribir una comunicación dedicada a este escritor desconocido para el VI Encuentro de Estudios Bilbilitanos.

            Pero una mañana de sábado, de camino a la panadería de Morés, el autor cruzó por la calle de Faustino Sancho y Gil, y entonces recordó que escribía en la Revista de Aragón. Consultó su voz en el apéndice de la Gran Enciclopedia Aragonesa, debida a Pedro Montón Puerto, y comprobó con sorpresa que Sancho y Gil había nacido en Morés, dato que desconocía. Gracias a algunas amistades, pudo investigar en el archivo que guarda la casa familiar de los Sancho en Morés. Y allí encontró un verdadero tesoro, que pronto le cautivó. Cartas, recortes de periódicos, libros y numerosos manuscritos de Faustino Sancho. La tarea fue dura, pero siempre gratificante. En los semanarios bilbilitanos La Comarca y La Verdad comenzó a dar a conocer buena parte de sus descubrimientos. La búsqueda de datos y de bibliografía continuó en la Hemeroteca y en la Biblioteca Universitaria de Zaragoza, donde se guarda una interesante y abundante bibliografía del siglo XIX.

            La misma casualidad y curiosidad le llevó a indagar sobre mosén Vicente Martínez, cura párroco ilustrado de Inogés y más tarde canónigo de Santa maría de Calatayud, y del también canónigo mosén Mariano Lozano, de Paracuellos, que trató en una comunicación dedicada al cáñamo en Calatayud para el VII Encuentro de Estudios Bilbilitanos. O sobre Fray Vicente Calvo, un franciscano de Saviñán, que marchó misionero al Perú.

            Pero Sancho y Gil era un personaje de larga trayectoria. En 2013 se venía a conmemorar el primer centenario de la donación de las Escuelas de Morés por Francisca Gil de la Riba, en memoria de su hijo, Faustino Sancho. Para conmemorar este hecho, varios amigos de Morés le invitaron a escribir un pequeño folleto, pero casi de inmediato se propuso poner en limpio todos sus conocimientos sobre este personaje, trabajo que le llevo más de un año, después de largos años de búsquedas y lecturas. Preguntando por Sancho y Gil el autor ha llegado al Congreso de los Diputados, a la Biblioteca Nacional de Madrid, a las Academias de la Lengua, de la Historia y Matritente de Legislación y Jurisprudencia, a la Hemeroteca Municipal madrileña, al Archivo Histórico Nacional y hasta al Museo Biblioteca Víctor Balaguer, de Vilanova y la Geltrú, donde se conservan cincuenta cartas de Sancho y Gil.

            Después de seguirle muchos años la pista a Faustino Sancho, que tiene calle en Zaragoza, Calatayud y Morés, al autor ha llegado a la conclusión que se trata de un hombre ocupado y preocupado. Sancho y Gil, después de estudiar en Madrid, Derecho y Filosofía y Letras, y opositar a la cátedra de Historia de España de la Universidad Central, regresó a Zaragoza a finales de 1877 o principios de 1878, tomando parte activa de la entonces vida cultural zaragozana. Sancho y Gil perteneció a todas las sociedades zaragozanas de su tiempo, siempre en primera fila, siempre generoso con su tiempo, con su dinero y con su saber, pues «ninguna empresa lo halló vencido», como decía Moneva y Puyol. Desde muy joven participó en la vida política, defendiendo sus ideas republicanas y católicas, siendo elegido diputado provincial en varias elecciones y en 1893 resultó elegido diputado a Cortes por Tarazona. Siempre será recordada su labor durante la epidemia de cólera de 1885 y su impulso a la Biblioteca de Autores Aragoneses. Contrajo matrimonio con María Dolores Muñoz y Manzano, hija del conde de la Viñaza. Fue padre de seis hijos, tres de ellos murieron a corta edad.

            Sancho y Gil gustó más de las letras que de las leyes. Desde muy joven colaboró en revistas y periódicos. Escribió infinidad de artículos en la prensa democrática zaragozana, sobre todo en La Derecha, algunos estudios críticos y biográficos, prólogos y varios trabajos de investigación, que resultaron premiados por la Sociedad Colombina Onubense, la Academia de la Historia y la Academia Venezolana de la Lengua.

            Moneva y Puyol, que lo trató en sus últimos años, escribía que Sancho y Gil «conoció desde muy joven cuál era su misión social y la abrazó con entusiasmo y la practicó sin intermisión». Por su desahogada situación económica pudo dedicarse a otros asuntos, y «consagró a pro de los demás su actividad entera. Vivió para las letras, para su patria, para su familia, para sus amigos, para sus enemigos también, pues en verdad los tuvo, bajo la forma en que siempre los tiene quien hace favor a muchos: bajo la forma de la ingratitud». Y continuaba. Sancho y Gil «solamente practicó el disimulo para hacer el bien: y, tocando a favorecer, no quiso ver amigos ni adversarios, ni entre ingratos y adictos distinguió nunca; miró solo la necesidad de cada cual y, según ella, le hizo bien». En todos sus trabajos y «hasta en la conversación vulgar y corriente, su lenguaje era, sin quererlo, pura oratoria, rellena de una erudición fácil y fluida que cautivaba la atención y embargaba el alma». Calatayud y Zaragoza le debían la iniciativa de sus Juegos florales. Su inesperada muerte echó por tierra todos sus proyectos para renovar el Ateneo y fundar una revista cultural, privándonos de sus mejores obras de madurez. Ya no pudo asistir a los Juegos florales de Calatayud, para los que había escrito dos discursos, y tampoco pudo hacerse cargo de la Presidencia del Ateneo, que desapareció a su muerte. El nuevo Ateneo de Zaragoza, fundado dos años más tarde, le tributó un merecido homenaje el 1 de diciembre de 1898. En él participó, en representación de Morés, Ignacio Jiménez, que había estudiado con Sancho y Gil. Él nos dice que a su muerte, el Ayuntamiento de Morés dio su nombre a la calle donde se levantaba la casa familiar, colocándose su retrato en el Salón del Concejo Municipal, ambos acuerdos tomados por unanimidad. Jiménez pedía que los restos de Sancho y Gil fueran trasladados desde Épila a Morés, hecho que tuvo lugar el 15 de noviembre de 1911. Dos años más tarde, otro 15 de noviembre de 1913, se inaugurarán las nuevas escuelas de Morés. Se trataba de un edificio de dos plantas, con casa para los maestros y un pequeño patio enrejado, que sirviera de recreo. Francisca Gil también donó entonces un completo material de enseñanza. El Ayuntamiento, en gratitud con el desprendido gesto de la donante, votó por unanimidad dar su nombre a una de las principales calles de Morés, que todavía permanece. El Casino Independiente de Morés entregó a la fundadora un pergamino, firmado por todos sus socios, en donde se expresaba la gratitud del vecindario por esta donación. No faltó a este acto el rector de la Universidad de Zaragoza, Jiménez Soler, el delegado de Primera Enseñanza, Gascón y Marín, varios catedráticos, una inspectora de escuelas, otras destacadas autoridades y la banda de Música de Calatayud. Tampoco se echó en falta en banquete para todas las autoridades, y los versos, a cargo de Paquita García Estrada. Tras la muerte en 1894 de su tío, Manuel Sancho y Gascón, que había casado en segundas nupcias con su madre Francisca Gil, Faustino Sancho escribirá al obispo de Tarazona sobre la ermita de San Antonio, que se obligaba a repararla para que sirviese de panteón familiar. En este año de 1895, Francisca Gil cedía a favor del obispo de Tarazona una casa para que sirviera de casa rectoral de Morés. También donó a la parroquia varias tallas de madera policromada.

            Tras el acto de presentación, se pudo ver un DVD con fotografías de la familia Sancho y Gil, de maestros y escolares de las Escuelas de Morés, que ha sido realizado para la ocasión por la Asociación Cultural de Morés, con Ester Serrano a la cabeza. Pilar Trell anunció en la clausura de este acto, que este DVD va a ser editado próximamente por la Comarca Comunidad de Calatayud, para ponerlo a disposición de los vecinos de Morés.


            El pasado 4 de enero se celebró en la parroquial de Morés una misa en sufragio de los donantes de las Escuelas de Morés, maestros y escolares. Florentino Nonay, párroco de Morés, tuvo frases de elogio para la familia Sancho, que tanto había hecho por su pueblo, y trasmitió a la familia la gratitud sincera de toda la comunidad parroquial de Morés. Y seguidamente se presentó el libro sobre Faustino Sancho y Gil en el Salón de Plenos del Excmo. Ayuntamiento de Morés. También se visionó de nuevo el DVD de fotografías. Ester Serrano, que presentó este acto, agradeció el apoyo de la Comarca Comunidad de Calatayud y del alcalde de Saviñán, Ignacio Marcuello, y anunció dos próximos proyectos de la Asociación Cultural de Morés, la edición de la Historia de Morés, debida a José María Real, y de otro DVD con la historia gráfica de la villa. Por su parte, Gonzalo Sancho Teus mostró su extrañeza, porque ningún representante del Ayuntamiento de Morés había acudido a este acto, aunque habían recibido la correspondiente invitación de parte de la Asociación Cultural de Morés.

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