Francisco
Tobajas Gallego
El pasado 19 de diciembre se
presentó en la Sala Multiusos del Ayuntamiento de Calatayud, el último libro editado
por el Centro de Estudios Bilbilitanos, dedicado al orador, escritor y político
Faustino Sancho y Gil, de Francisco Tobajas Gallego. El autor estuvo acompañado
por Pilar Trell, Concejala de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Calatayud, por
el presidente del Centro de Estudios Bilbilitanos, Manuel Micheto, y por el
biznieto de Faustino Sancho y Gil, Gonzalo Sancho Teus.
El autor confesó que este libro se
debía casi todo a la casualidad y a la curiosidad. En el año 1989 alguien le
comentó que en la ermita de San Roque, contigua al cementerio de Paracuellos de
la Ribera, yacía un poeta de la Generación del 27. Y el día de Todos los Santos
se encontró, tras la puerta de esta ermita, con Baldomero Mediano y Ruiz
(1847-1893), poeta, escritor y periodista de la época de la Restauración. En la
Enciclopedia Temática Aragonesa halló
un dato esclarecedor. Mediano había fundado en 1878 en Zaragoza la Revista de Aragón, que pudo consultar en
la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras. En ella escribían, entre
otros, Borao, Cavia, Matheu y Sancho y Gil… Tras una paciente investigación en
la Hemeroteca de Zaragoza y en la Biblioteca Nacional de Madrid, pudo escribir
una comunicación dedicada a este escritor desconocido para el VI Encuentro de
Estudios Bilbilitanos.
Pero una mañana de sábado, de camino
a la panadería de Morés, el autor cruzó por la calle de Faustino Sancho y Gil,
y entonces recordó que escribía en la Revista
de Aragón. Consultó su voz en el apéndice de la Gran Enciclopedia Aragonesa, debida a Pedro Montón Puerto, y
comprobó con sorpresa que Sancho y Gil había nacido en Morés, dato que
desconocía. Gracias a algunas amistades, pudo investigar en el archivo que
guarda la casa familiar de los Sancho en Morés. Y allí encontró un verdadero
tesoro, que pronto le cautivó. Cartas, recortes de periódicos, libros y
numerosos manuscritos de Faustino Sancho. La tarea fue dura, pero siempre
gratificante. En los semanarios bilbilitanos La Comarca y La Verdad
comenzó a dar a conocer buena parte de sus descubrimientos. La búsqueda de
datos y de bibliografía continuó en la Hemeroteca y en la Biblioteca
Universitaria de Zaragoza, donde se guarda una interesante y abundante
bibliografía del siglo XIX.
La misma casualidad y curiosidad le llevó
a indagar sobre mosén Vicente Martínez, cura párroco ilustrado de Inogés y más
tarde canónigo de Santa maría de Calatayud, y del también canónigo mosén Mariano
Lozano, de Paracuellos, que trató en una comunicación dedicada al cáñamo en
Calatayud para el VII Encuentro de Estudios Bilbilitanos. O sobre Fray Vicente
Calvo, un franciscano de Saviñán, que marchó misionero al Perú.
Pero Sancho y Gil era un personaje
de larga trayectoria. En 2013 se venía a conmemorar el primer centenario de la
donación de las Escuelas de Morés por Francisca Gil de la Riba, en memoria de
su hijo, Faustino Sancho. Para conmemorar este hecho, varios amigos de Morés le
invitaron a escribir un pequeño folleto, pero casi de inmediato se propuso
poner en limpio todos sus conocimientos sobre este personaje, trabajo que le
llevo más de un año, después de largos años de búsquedas y lecturas.
Preguntando por Sancho y Gil el autor ha llegado al Congreso de los Diputados,
a la Biblioteca Nacional de Madrid, a las Academias de la Lengua, de la
Historia y Matritente de Legislación y Jurisprudencia, a la Hemeroteca
Municipal madrileña, al Archivo Histórico Nacional y hasta al Museo Biblioteca
Víctor Balaguer, de Vilanova y la Geltrú, donde se conservan cincuenta cartas
de Sancho y Gil.
Después de seguirle muchos años la
pista a Faustino Sancho, que tiene calle en Zaragoza, Calatayud y Morés, al
autor ha llegado a la conclusión que se trata de un hombre ocupado y
preocupado. Sancho y Gil, después de estudiar en Madrid, Derecho y Filosofía y
Letras, y opositar a la cátedra de Historia de España de la Universidad
Central, regresó a Zaragoza a finales de 1877 o principios de 1878, tomando
parte activa de la entonces vida cultural zaragozana. Sancho y Gil perteneció a
todas las sociedades zaragozanas de su tiempo, siempre en primera fila, siempre
generoso con su tiempo, con su dinero y con su saber, pues «ninguna empresa lo
halló vencido», como decía Moneva y Puyol. Desde muy joven participó en la vida
política, defendiendo sus ideas republicanas y católicas, siendo elegido
diputado provincial en varias elecciones y en 1893 resultó elegido diputado a
Cortes por Tarazona. Siempre será recordada su labor durante la epidemia de
cólera de 1885 y su impulso a la Biblioteca de Autores Aragoneses. Contrajo
matrimonio con María Dolores Muñoz y Manzano, hija del conde de la Viñaza. Fue
padre de seis hijos, tres de ellos murieron a corta edad.
Sancho y Gil gustó más de las letras
que de las leyes. Desde muy joven colaboró en revistas y periódicos. Escribió
infinidad de artículos en la prensa democrática zaragozana, sobre todo en La Derecha, algunos estudios críticos y
biográficos, prólogos y varios trabajos de investigación, que resultaron
premiados por la Sociedad Colombina Onubense, la Academia de la Historia y la
Academia Venezolana de la Lengua.
Moneva y Puyol, que lo trató en sus
últimos años, escribía que Sancho y Gil «conoció desde muy joven cuál era su
misión social y la abrazó con entusiasmo y la practicó sin intermisión». Por su
desahogada situación económica pudo dedicarse a otros asuntos, y «consagró a
pro de los demás su actividad entera. Vivió para las letras, para su patria,
para su familia, para sus amigos, para sus enemigos también, pues en verdad los
tuvo, bajo la forma en que siempre los tiene quien hace favor a muchos: bajo la
forma de la ingratitud». Y continuaba. Sancho y Gil «solamente practicó el
disimulo para hacer el bien: y, tocando a favorecer, no quiso ver amigos ni
adversarios, ni entre ingratos y adictos distinguió nunca; miró solo la
necesidad de cada cual y, según ella, le hizo bien». En todos sus trabajos y
«hasta en la conversación vulgar y corriente, su lenguaje era, sin quererlo,
pura oratoria, rellena de una erudición fácil y fluida que cautivaba la
atención y embargaba el alma». Calatayud y Zaragoza le debían la iniciativa de
sus Juegos florales. Su inesperada muerte echó por tierra todos sus proyectos
para renovar el Ateneo y fundar una revista cultural, privándonos de sus
mejores obras de madurez. Ya no pudo asistir a los Juegos florales de
Calatayud, para los que había escrito dos discursos, y tampoco pudo hacerse
cargo de la Presidencia del Ateneo, que desapareció a su muerte. El nuevo
Ateneo de Zaragoza, fundado dos años más tarde, le tributó un merecido homenaje
el 1 de diciembre de 1898. En él participó, en representación de Morés, Ignacio
Jiménez, que había estudiado con Sancho y Gil. Él nos dice que a su muerte, el
Ayuntamiento de Morés dio su nombre a la calle donde se levantaba la casa
familiar, colocándose su retrato en el Salón del Concejo Municipal, ambos
acuerdos tomados por unanimidad. Jiménez pedía que los restos de Sancho y Gil
fueran trasladados desde Épila a Morés, hecho que tuvo lugar el 15 de noviembre
de 1911. Dos años más tarde, otro 15 de noviembre de 1913, se inaugurarán las
nuevas escuelas de Morés. Se trataba de un edificio de dos plantas, con casa
para los maestros y un pequeño patio enrejado, que sirviera de recreo.
Francisca Gil también donó entonces un completo material de enseñanza. El Ayuntamiento,
en gratitud con el desprendido gesto de la donante, votó por unanimidad dar su
nombre a una de las principales calles de Morés, que todavía permanece. El
Casino Independiente de Morés entregó a la fundadora un pergamino, firmado por
todos sus socios, en donde se expresaba la gratitud del vecindario por esta
donación. No faltó a este acto el rector de la Universidad de Zaragoza, Jiménez
Soler, el delegado de Primera Enseñanza, Gascón y Marín, varios catedráticos,
una inspectora de escuelas, otras destacadas autoridades y la banda de Música
de Calatayud. Tampoco se echó en falta en banquete para todas las autoridades,
y los versos, a cargo de Paquita García Estrada. Tras la muerte en 1894 de su
tío, Manuel Sancho y Gascón, que había casado en segundas nupcias con su madre Francisca
Gil, Faustino Sancho escribirá al obispo de Tarazona sobre la ermita de San
Antonio, que se obligaba a repararla para que sirviese de panteón familiar. En
este año de 1895, Francisca Gil cedía a favor del obispo de Tarazona una casa
para que sirviera de casa rectoral de Morés. También donó a la parroquia varias
tallas de madera policromada.
Tras el acto de presentación, se
pudo ver un DVD con fotografías de la familia Sancho y Gil, de maestros y
escolares de las Escuelas de Morés, que ha sido realizado para la ocasión por
la Asociación Cultural de Morés, con Ester Serrano a la cabeza. Pilar Trell
anunció en la clausura de este acto, que este DVD va a ser editado próximamente
por la Comarca Comunidad de Calatayud, para ponerlo a disposición de los
vecinos de Morés.
El pasado 4 de enero se celebró en
la parroquial de Morés una misa en sufragio de los donantes de las Escuelas de
Morés, maestros y escolares. Florentino Nonay, párroco de Morés, tuvo frases de
elogio para la familia Sancho, que tanto había hecho por su pueblo, y trasmitió
a la familia la gratitud sincera de toda la comunidad parroquial de Morés. Y
seguidamente se presentó el libro sobre Faustino Sancho y Gil en el Salón de
Plenos del Excmo. Ayuntamiento de Morés. También se visionó de nuevo el DVD de
fotografías. Ester Serrano, que presentó este acto, agradeció el apoyo de la
Comarca Comunidad de Calatayud y del alcalde de Saviñán, Ignacio Marcuello, y anunció
dos próximos proyectos de la Asociación Cultural de Morés, la edición de la
Historia de Morés, debida a José María Real, y de otro DVD con la historia
gráfica de la villa. Por su parte, Gonzalo Sancho Teus mostró su extrañeza,
porque ningún representante del Ayuntamiento de Morés había acudido a este acto,
aunque habían recibido la correspondiente invitación de parte de la Asociación
Cultural de Morés.
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